Los Valores de la Canasta Mágica



Érase una vez un colorido supermercado llamado "La Canasta Mágica", donde cada estante estaba lleno de productos deliciosos y sorprendentes. En este supermercado, los dueños decidieron introducir cinco valores fundamentales que cambiarían la experiencia de compra de todos. Esos valores eran la honestidad, la solidaridad, el respeto, la responsabilidad y la alegría.

Una mañana soleada, un grupo de niños del barrio, liderados por una valiente niña llamada Sofía, decidió aventurarse a recorrer el supermercado. Sofía había escuchado rumores de que en La Canasta Mágica podrían encontrar algo especial.

"¡Vengan, amigos! Vamos al supermercado a descubrir sus secretos!" - exclamó Sofía emocionada.

Los amigos, Lucas, Valentina y Tomás, la siguieron con una mezcla de curiosidad y entusiasmo. Al entrar, se encontraron con una amable cajera llamada Marta, quien les sonrió desde detrás del mostrador.

"¡Hola, chicos! Bienvenidos a La Canasta Mágica. Aquí, podrás encontrar no solo alimentos, sino también valores que son muy importantes para nosotros" - dijo Marta.

Sofía, siempre inquisitiva, preguntó: "¿Qué tipo de valores?"

"¡Buena pregunta!", siguió Marta. "En nuestro supermercado, tenemos un compromiso con la honestidad. Por ejemplo, si encuentran algo en el suelo, siempre deben entregarlo en la caja".

Valentina, que había encontrado un billete tirado cerca de los dulces, impertinente como era, pensó en guardarlo.

"¡Pero es mío! Lo encontré yo!" - argumentó, con ojos brillantes de travesura.

"No, Valen. Si no te pertenece, es importante que lo entregues. Así demostraremos honestidad" - le recordó Sofía.

Valentina miró el billete y, aunque dudó un segundo, lo llevó a la caja.

"Aquí, encontré esto", dijo, con un poco de vergüenza.

Marta sonrió y le dio a Valentina una estrellita dorada como agradecimiento. "¡Bien hecho! Has sido muy honesta."

"¡Miren!" - exclamó Tomás, quien había estado observando la estrellita. "Quiero una también. ¿Qué más valores hay aquí?"

Marta continuó: "El siguiente valor es la solidaridad. En La Canasta Mágica, ayudamos a otros. Si vemos a alguien luchando para alcanzar un producto en el estante de arriba, debemos ofrecer nuestra ayuda."

Mientras hablaban, vieron a un anciano que intentaba alcanzar un frasco de mermelada. Sofía, con prisa, corrió hacia él. "¡Permítame ayudarle, señor!"

El anciano sonrió, y Sofía le alcanzó la mermelada. "¡Gracias, pequeña!" - dijo él, lleno de gratitud. Sofía sintió su corazón cálido y le dio a su amigo Lucas una mirada "Esto es solidaridad, ¿verdad?"

"Sí, ¡es genial!" - respondió Lucas, contento de que su amiga hiciera una buena acción.

Marta prosiguió: "El tercer valor es el respeto. Aquí respetamos a todos, desde los clientes hasta los productos. Siempre tratemos a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros".

Sofía recordó que había un carrito lleno de productos de diferentes países. "¡Vamos a aprender sobre ellos!" - dijo, y juntos empezaron a leer las etiquetas en diferentes idiomas.

Tomás apuntó: "¡Y también tenemos que cuidar los productos! No romper nada, y si algo se cae, levantarlo, eso es respeto también".

Satisfecha, Marta les dio un nuevo valor: "Ahora hablemos de responsabilidad. Al comprar, debemos ser responsables de lo que elegimos. No debemos desperdiciar comida ni dejar el carrito desordenado."

Los niños asintieron, ahora comprendían la importancia de la responsabilidad al elegir lo sano y no llevarse cosas que no necesitaban.

Finalmente, Marta les habló sobre el último valor, la alegría. "Nos gusta que los clientes se sientan felices. La alegría es contagiosa, ¡sonrían y compartan buenas energías!"

Sofía miró a sus amigos y, haciendo una pose divertida, empezó a bailar. "¡Vamos a alegrar el supermercado!"

Los niños comenzaron a saltar y reírse. Marta se unió riéndose: "¡Eso es! La alegría es un valor muy importante que une a todos aquí!"

De pronto, un cliente que estaba en la fila les preguntó: "¿Qué están haciendo, pequeños?"

"Estamos celebrando la alegría, ¡y aprendiendo sobre los valores de La Canasta Mágica!" - gritó Valentina, levantando su estrellita dorada.

El cliente sonrió y dijo: "Quiero ser parte de esto también. ¡Felicidad por aquí!"

Al final del día, los niños no solo acumularon estrellitas doradas y buenos recuerdos, sino que aprendieron la importancia de los valores en su vida diaria. Al salir de La Canasta Mágica, se sintieron como verdaderos héroes. Sofía terminó el día diciendo:

"¡Hoy no solo compramos cosas, sino que también llenamos nuestro corazón de valores!"

Y con una sonrisa, los niños se despidieron de Marta, sabiendo que volverían pronto para seguir aprendiendo más sobre esos maravillosos valores que transformaban el supermercado en un lugar mágico.

FIN.

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