Los vampiros del Bosque Brillante
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Valle Oscuro, un grupo de vampiros que eran un poco diferentes a los que solían contar en las historias. Estos vampiros eran unos habitantes alegres y curiosos del Bosque Brillante, un lugar repleto de árboles luminosos y flores que brillaban como estrellas.
En el Bosque Brillante vivía León, un vampiro joven con grandes sueños. A diferencia de sus amigos, no le gustaba la idea de asustar a las personas. Él creía que podían ser amigos y compartir momentos felices. Un día, mientras exploraba, León se encontró con algo extraordinario: una pequeña niña llamada Lila que había entrado al bosque para recoger flores.
"¡Hola! ¿Quién sos?"- preguntó León, asustando un poco a Lila.
"Soy Lila. ¿Eres un vampiro?" -respondió la niña, con un tono de voz temeroso.
"Sí, pero no soy como los vampiros de las historias. No quiero asustarte, solo quiero ser tu amigo" -dijo León, con dulzura.
Después de un rato, Lila se dio cuenta de que León no era como los demás vampiros. Al principio, le dio miedo, pero pronto descubrió que León era amable y divertido. Jugaron juntos entre los árboles brillantes, compartiendo risas y secretos.
Al regresar al pueblo, Lila le contó a sus amigos sobre su nuevo amigo vampiro. Al principio, todos se rieron de ella y la llamaron loca. Pero Lila estaba decidida a demostrarles que León era diferente. Así que, un par de días más tarde, llevó a un grupo de amigos al Bosque Brillante.
"Miren, ahí está León" - dijo Lila, señalando a su nuevo amigo.
Los niños estaban nerviosos, pero Lila los animó a acercarse.
"No se preocupen, él es muy simpático" - les dijo.
Cuando León se acercó, todos se sintieron inseguros, pero él sonrió y les dijo:
"¡Hola a todos! Soy León, ¡bienvenidos al Bosque Brillante!"
Los niños se miraron entre sí, sorprendidos de que León pareciera tan amigable.
Así fue como León y Lila comenzaron a organizar picnics en el bosque. Los niños del pueblo se divertían corriendo, jugando a las escondidas y compartiendo historias. Pero un día, un grupo de adultos del pueblo decidió investigar estos encuentros. Pensaron que algo extraño pasaba y temían que su gente estuviera en peligro.
"Están juntándose con un vampiro, eso no puede ser bueno" - murmuró el alcalde.
Los adultos decidieron encerrar el Bosque Brillante, pensando que era para proteger a sus hijos. Lila, muy preocupada, encontró a León y le contó lo que había ocurrido.
"No podemos dejar que nos separen, tenemos que demostrar que los vampiros pueden ser amigos" - decía León, un poco triste.
Juntos, Lila y León idearon un plan. Decidieron organizar una gran fiesta para todo el pueblo, donde invitarían a los adultos para que conocieran a los vampiros y viesen que eran inofensivos y amigables.
El día de la fiesta, el Bosque Brillante se iluminó con luces y música. Lila y León habían preparado deliciosas golosinas y actividades divertidas.
"¡Vengan a disfrutar con nosotros!" - los invitó Lila a los adultos.
Al principio, algunos dudaban, pero la curiosidad pudo más y finalmente se dejaron llevar por el ambiente festivo. Los niños ofrecieron un tour por el bosque, mostrando a los adultos los juegos, las flores brillantes y, por supuesto, sus amigos vampiros.
"¡Miren cómo hacemos sombras chinas!" - se reían los vampiros.
La fiesta fue un éxito. Los adultos se dieron cuenta de que sus temores no tenían sentido, y que León y los demás vampiros eran criaturas encantadoras. Al final del día, el alcalde se acercó a León y le sonrió.
"Me alegra ver que pueden ser nuestros amigos. No todos los vampiros son como los imaginamos" - admitió.
Desde entonces, el pueblo y el bosque se convirtieron en un lugar de amistad. León, Lila y todos los niños seguían jugando y contando historias bajo las estrellas, y cada vez más personas del pueblo se sentían felices de tener a los vampiros como vecinos. Y así, el Bosque Brillante se volvió un símbolo de unión y aceptación.
Y colorín colorado, este sueño iluminado se ha acabado.
FIN.