Los Viajeros de los Nutrientes



Érase una vez, en un mágico y colorido reino llamado Nutrilandia, un grupo de alimentos que eran amigos inseparables. Entre ellos estaban Frutita, una manzana brillante, Verdulín, un brócoli lleno de energía, y Cerecito, un grano de arroz con un gran corazón. Todos vivían felices en la Gran Comida, la aldea donde todos los alimentos se unían para hacer deliciosos platos.

Un día, mientras jugaban en el campo, una sombra enorme cubrió Nutrilandia. Era el temido Malo de las Comidas Rápidas, que quería llevarse todas las frutas y verduras para convertirlas en snacks sin valor nutricional.

"¡No podemos dejar que eso pase!" - gritó Frutita, preocupada.

"¡Sí! Necesitamos encontrar la fuente de los nutrientes para proteger a nuestro hogar!" - dijo Verdulín con determinación.

"¿Y cómo lo hacemos?" - se preguntó Cerecito, rascándose la cabeza.

Los tres amigos se embarcaron en una aventura para encontrar la Fuente de la Salud, un manantial mágico que se decía que daba vida y energía a todos los alimentos.

Mientras viajaban, cruzaron el Bosque de las Verduras, donde se encontraron con Hortaliza, una sabia zanahoria que los alertó sobre los peligros que les esperaba.

"Para llegar a la Fuente, tendrán que resolver tres acertijos. Pero cuidado con el Malo de las Comidas Rápidas, él los está buscando para detenerlos" - advirtió Hortaliza.

Frutita, Verdulín y Cerecito asintieron, decididos a seguir adelante. Pronto se toparon con el primer acertijo: "Soy rojo, dulce y muy jugoso. Te doy vitamina C si me comes licuado o en gajo. ¿Quién soy?"

"¡Yo sé! Eres una naranja!" - exclamó Verdulín, recordando lo mucho que le gustaba ese jugo.

Al resolver el primer acertijo, un sendero brillante apareció ante ellos. Pero no pasó mucho tiempo antes de que el Malo de las Comidas Rápidas los encontrara.

"¡Ja! ¡No podrán llegar a la Fuente! ¡Los necesito para hacer mis deliciosas hamburguesas!" - gritó el Malo, mostrando sus garras afiladas.

Frutita se mantuvo firme frente a él.

"No te dejaremos llevarnos, Malo de las Comidas Rápidas. Juntos somos más fuertes y los alimentos saludables siempre ganan!"

Con astucia, los tres amigos se dieron cuenta de que eran más rápidos que el Malo, así que corrieron hacia el siguiente acertijo, que decía: "Soy verde, crujiente y lleno de fibra. Ayudo a que tu pancita esté siempre feliz. ¿Quién soy?"

"¡Es el brócoli!" - dijo Verdulín emocionado.

Resolvieron el segundo acertijo y un nuevo camino se iluminó. Pero el Malo no se daba por vencido. Cuando estaban casi en la fuente, apareció de nuevo.

"¡No me escapan! ¡Les haré un truco que ni se imaginan!" - dijo el Malo, intentando atraparlos con un cesto de papas fritas.

Frutita y Cerecito lograron esquivar el ataque, mientras que Verdulín, decidido a ayudar a sus amigos, se transformó en un enorme brócolicórsario que aterraba al Malo.

"¡Vámonos!" - gritó Cerecito, mientras todos corrían juntos, más unidos que nunca.

Finalmente, llegaron a la Fuente de la Salud. Era un hermoso manantial que brillaba con colores vibrantes y emanaba una energía maravillosa.

"¡Logramos llegar!" - exclamó Frutita, saltando de felicidad.

"Ahora, tomemos un poco de esta agua y protejamos Nutrilandia" - sugirió Verdulín.

Después de tomar del manantial, todos los nutrientes comenzaron a brillar intensamente. El Malo de las Comidas Rápidas, sintiendo que su poder se desvanecía, decidió salir corriendo muy asustado.

"Nunca más lograré vencerlos a ustedes!" - llanto el Malo al alejarse.

Frutita, Verdulín y Cerecito regresaron a Nutrilandia como héroes. Juntos, decidieron compartir el agua de la Fuente con todos los alimentos del reino.

"¡Ahora todos estaremos más saludables que nunca!" - gritaron al unísono.

Desde ese día, todos en Nutrilandia aprendieron lo importante que es comer alimentos sanos y nutritivos, y supieron que juntos, siempre podrían superar cualquier desafío.

Y así, con cada bocado lleno de color y energía, los amigos continuaron viviendo aventuras en su mágico reino, cuidando su hogar y protegiendo el bienestar de todos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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