Los Viajeros del Mar



Era un día soleado en la costa de Mar Azul, donde dos amigos, Nico y Dono, se preparaban para una nueva aventura. Nico, con su espíritu valiente, siempre estaba listo para explorar, mientras que Dono, más cauteloso, se aseguraba de que todo estuviera en su lugar antes de zarpar.

"¡Dono, apurá! El barco nos está esperando," exclamó Nico con entusiasmo, mientras corría hacia la playa.

"Dame un segundo, Nico. No quiero que nos pase lo mismo que la última vez que salimos," respondió Dono, ajustándose su sombrero y viendo que llevaban todo lo necesario.

Finalmente, los dos amigos subieron a su pequeño bote de remos, el —"Maravilla" , y comenzaron su viaje hacia el horizonte. Las olas danzaban amablemente, y el olor del océano los llenaba de energía.

Mientras remaban, Dono mantuvo la mirada fija en el mapa que habían dibujado juntos.

"Mirá, Nico. Si seguimos el rumbo hacia la Isla de los Colores, podremos descubrir el tesoro de los Arcoíris," dijo Dono con un brillo de emoción en sus ojos.

"¡Sí! ¡Aventura!" gritó Nico mientras remaba más rápido.

Pero al rato, una nube oscura apareció en el cielo.

"Uh oh, eso no se ve bien," murmuró Dono, preocupado.

"No hay problema, solo es una pequeña tormenta," respondió Nico con confianza, aunque en el fondo sentía un cosquilleo de inquietud.

Poco después, fuertes vientos comenzaron a agitar el mar. El —"Maravilla"  se mecía de un lado a otro.

"¡Nico, hay que volver!" gritó Dono, temblando un poco de miedo.

"No, Dono, ¡podemos hacerlo! Solo necesitamos mantener la calma, y... ¡remar con fuerza!"

Pero el viento era más fuerte de lo que esperaban, y pronto una ola grande golpeó el barco.

"¡Agárrate!" gritó Nico mientras ambos intentaban estabilizar el bote.

Sin previo aviso, el mar se tragó el pequeño —"Maravilla"  y cayó sobre una isla desconocida.

Al despertar, estaban tendidos en la playa de una isla llena de colores vibrantes y árboles multicolores que parecían sacados de un cuento de hadas.

"¿Dónde estamos?" preguntó Dono, un poco aturdido.

"No lo sé, pero debemos explorar. ¡Podríamos encontrar el tesoro!" respondió Nico, emocionado.

Mientras caminaban, fueron sorprendidos por una pandilla de criaturas mágicas: pequeñas hadas que danzaban alrededor de ellos.

"¡Bienvenidos a la Isla de los Colores!" dijeron las hadas al unísono.

"Estamos buscando el tesoro de los Arcoíris," explicó Nico, deslumbrado.

"No hay tesoro más valioso que la amistad y el valor que tenés en tu corazón," respondió la líder de las hadas, conocida como Lila.

"Pero queremos probarlo, digamos, con una prueba de valentía. Solo aquellos que demuestren verdadera amistad a través de las adversidades podrán encontrarlo," continuó Lila.

Nico y Dono se miraron, un poco nerviosos.

"¡Aceptamos el desafío!" dijeron juntos.

Las hadas los llevaron a una cueva oscura que parecía aterradora.

"Debemos cruzar la cueva, pero juntos," sugirió Dono.

"Sí, no dejemos que el miedo nos detenga," animó Nico.

Con mucho cuidado, los dos amigos entraron en la cueva, tomándose de la mano. Poco a poco, la luz comenzó a brillar más y más hasta que descubrieron un hermoso lugar lleno de piedras preciosas y reflejos que iluminaban el espacio.

"¡Mirá todas estas gemas! Son preciosas," dijo Dono, maravillado.

"Pero creo que el verdadero tesoro está en cómo hemos logrado enfrentarlo, estando juntos," reflexionó Nico, sonriendo a su amigo.

Las hadas, al ver lo que habían encontrado y entendido, aparecieron nuevamente.

"¡Felicidades! Ustedes han demostrado que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo," comentó Lila felizmente.

"Entonces, ¿podemos llevar algo?" preguntó Dono.

"Llévese una gema de amistad, recordando siempre que lo más importante es estar unidos. Cada vez que la miren, recordarán su aventura juntos," contestó Lila, entregándoles mitad de una gema brillante.

Con el corazón lleno de alegría, los amigos regresaron a su bote, que mágicamente había aparecido en la orilla.

"No puedo esperar para contarles a todos sobre nuestra gran aventura," dijo Nico mientras remaban de regreso a casa.

"Sí, y sobre cómo nuestra amistad fue el verdadero tesoro," agregó Dono con una gran sonrisa.

Así, Nico y Dono aprendieron que aunque el mar puede ser incierto y desafiante, el verdadero valor reside en la amistad y en las experiencias compartidas.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!