Los viajeros pacíficos de Napoleón
Era un día soleado en la estación de tren cuando Vicente y Facundo decidieron aventurarse en una emocionante travesía. Cerraron los ojos, tomaron aire, y al abrirlos se encontraron en el hermoso paisaje francés.
- ¡Increíble! ¿Estamos realmente aquí? - dijo Vicente sorprendido. - Sí, amigo. Hemos viajado en el tiempo - respondió Facundo con una sonrisa. Mientras caminaban por las calles empedradas de París, se toparon con un hombre pequeño pero imponente que vestía un uniforme militar.
Era nada menos que Napoleón Bonaparte. - ¡Saludos! Soy Napoleón Bonaparte - dijo el hombre extendiendo su mano hacia ellos. - Hola, somos Vicente y Facundo - respondieron los amigos estrechando la mano del líder francés.
Napoleón les contó sobre su vida: cómo había crecido pobre pero ambicioso; cómo había llegado a ser general y luego gobernante de Francia; cómo había conquistado gran parte de Europa para expandir su imperio; y sus sueños de hacer del mundo un lugar mejor para todos.
Pero también les explicó que las guerras eran necesarias para mantener la paz y proteger a los ciudadanos franceses. Les mostró mapas estratégicos y habló con pasión sobre sus victorias militares.
Sin embargo, mientras seguían caminando juntos, Napoleón comenzó a mostrar signos de preocupación. Le confesó a los amigos que estaba cansado de luchar tanto y quería encontrar una solución pacífica para resolver conflictos internacionales sin derramamiento de sangre.
- Pero, ¿cómo puedo hacerlo? - preguntó Napoleón con tristeza en sus ojos. Vicente y Facundo se miraron el uno al otro, sabiendo que esto era una oportunidad para ayudar a alguien tan influyente.
Decidieron compartir su conocimiento sobre la resolución de conflictos pacíficos y cómo las negociaciones podían ser más efectivas que las guerras. - ¡Sí! Eso es lo que necesito. Gracias por abrirme los ojos a nuevas posibilidades - dijo Napoleón con gratitud en su voz.
Al final del día, Vicente y Facundo se despidieron de Napoleón con un abrazo cálido. Regresaron a la estación, sintiéndose orgullosos de haber ayudado a alguien tan importante en la historia mundial.
- ¡Eso fue increíble! Nunca olvidaremos este día - exclamó Vicente emocionado mientras abordaban el tren de regreso a casa. Facundo sonrió sabiendo que habían hecho algo bueno al compartir sus conocimientos para ayudar al líder francés.
Y así, mientras el tren tomaba velocidad hacia el futuro, los amigos reflexionaron sobre cómo pequeñas acciones pueden cambiar el mundo para mejor.
FIN.