Los Viajes Espaciales de los Cinco Inventores



Era un día soleado en el pequeño pueblo de San Esteban. Cinco amigos inseparables: Lía, Tomás, Bruno, Valentina y Mateo, se reunieron en el garaje de Bruno, donde solían hacer experimentos y crear inventos raros. Ese día, decidieron intentar construir algo extraordinario: una máquina del tiempo.

"¿Y si podemos viajar al pasado o al futuro?" - dijo Lía emocionada mientras garabateaba ideas en su cuaderno.

"Claro, pero también podríamos viajar a otros planetas!" - exclamó Tomás, que siempre soñó con ser astronauta.

-Bruce y Mateo, los más escépticos del grupo, se miraron entre ellos.

"¿Cómo vamos a hacer eso?" -preguntó Mateo.

"Con un poco de creatividad y mucha inspiración, ¡podemos lograrlo!" -replicó Valentina, mientras ensamblaba una lámpara y dos motores viejos que habían encontrado en la chatarra.

Los amigos se pusieron manos a la obra, trabajando arduamente durante días. Con pegamento, cintas adhesivas y un montón de piezas recicladas, ¡crearon algo increíble! Era una máquina grande y brillante, cubierta de luces de colores.

"La llamaremos Horus, en honor al dios del tiempo" - dijo Bruno, mientras encendía una luz parpadeante.

El día del gran estreno, los amigos se vestían con trajes de astronautas hechos con cartones.

"¡Estamos listos para viajar!" - gritaron todos juntos.

Mateo tomó el mango, y con un giro, la máquina cobró vida. Inmediatamente, un torbellino de luces los envolvió y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en un mágico paisaje estrellado, flotando en el espacio.

"¡Lo hicimos! Estamos en el espacio!" - gritó Lía, llenando sus ojos de maravillas.

Sin embargo, se dieron cuenta que estaban en una pequeña nave espacial, ¡incluso había un panel de control!"¿Y ahora qué hacemos?" - cuestionó Tomás, aún asombrado.

"Vamos a investigar!" - sugirió Valentina, que siempre había sido curiosa.

Después de apretar algunos botones, la nave comenzó a moverse, llevándolos a diferentes planetas. Viajaron al planeta de los gigantes, donde todo era enorme, y conocieron a un amable gigante que los invitó a una fiesta.

"¿Quieren bailar?" - preguntó el gigante, y los amigos bailaron y se divertieron mucho.

Luego, volaron a un planeta hecho de dulce de leche y chocolate.

"¡Es un sueño hecho realidad!" - dijo Bruno mientras mordía un trozo de chocolate.

Sin embargo, regresaron a la nave y se dieron cuenta de que la máquina no podía regresar a casa. Se sintieron un poco nerviosos, pero Lía, con su espíritu positivo, dijo:

"No te preocupes, ¡tenemos que utilizar nuestro ingenio!

Mientras tomaban un refrigerio de las delicias del planeta dulce, decidieron organizar una reunión para pensar en soluciones.

"Ya sé, deberíamos aprender a hacer que la nave se mueva más rápido usando lo que tenemos!" - sugirió Mateo, mucho más entusiasta ahora. Juntos, comenzaron a combinar las chucherías de las herramientas que habían traído.

Después de algunos intentos fallidos y un par de explosiones de chocolate, finalmente encontraron la combinación perfecta. Con cada nuevo botón que presionaban, la nave comenzó a acelerarse.

"¡Sujétate fuerte! Estamos volviendo a casa!" - gritó Tomás mientras todos se agarraban con fuerza.

Y al final, ¡vieron una luz brillante! Al abrir los ojos, se dieron cuenta de que estaban de regreso en el garaje. Llenos de alegría y risas, abrazaron a su máquina del tiempo, Horus, que también parecía muy feliz.

"Esto fue increíble!" - exclamó Valentina, mirando los recuerdos que habían traído.

"Sí, ¡y aprendimos muchísimo sobre el trabajo en equipo!" - añadió Lía.

"Y sobre la importancia de nunca rendirse!" - comentó Bruno.

Desde ese día, los cinco amigos prometieron seguir inventando y soñando juntos, usando su creatividad para hacer que todo fuera posible, ya sea en la Tierra o más allá. Y así, con la mirada al cielo, se propusieron explorar también el futuro, porque sabían que cualquier aventura estaba a solo una idea de distancia.

FIN.

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