Los villanos que se convirtieron en héroes



Había una vez en un lejano reino, donde los cuentos de hadas eran tan comunes como el sol que salía cada mañana, un grupo de malvados personajes: la bruja Malicia, el lobo Feroz, el ogro Mordicus, la madrastra Crueldad y el pirata Barbabarba.

Estos villanos se habían ganado su reputación por sembrar el miedo y la tristeza en todos los habitantes del reino.

Un día, cansados de ser siempre los malos de la historia, decidieron reunirse en secreto en lo profundo del bosque encantado para discutir cómo podrían cambiar sus destinos y convertirse en mejores personas. "Estoy harta de asustar a los niños con mi risa malévola", dijo la bruja Malicia con voz aguda.

"Yo ya no soporto tener que comerme a inocentes animalitos para saciar mi hambre", gruñó el lobo Feroz con tristeza. "¡Y yo estoy harto de que todos me teman solo por ser grande y animal!", exclamó el ogro Mordicus golpeando un árbol cercano.

"Pues yo estoy cansada de hacer sufrir a mi hijastra solo porque es más bonita que yo", confesó la madrastra Crueldad con lágrimas en los ojos.

"¡Y yo ya no quiero robar tesoros ni atacar barcos! Quiero ser respetado por mis habilidades marineras y no por mis fechorías", agregó el pirata Barbabarba apretando sus puños con determinación. Tras escucharse mutuamente, llegaron a la conclusión de que debían demostrar al mundo que podían cambiar y redimirse.

Decidieron entonces hacer buenas acciones para contrarrestar todo el mal que habían hecho anteriormente.

La bruja Malicia comenzó a preparar pociones curativas para los enfermos del pueblo; el lobo Feroz ayudaba a las abuelitas a cruzar seguras por el bosque; el ogro Mordicus plantaba árboles frutales para alimentar a los necesitados; la madrastra Crueldad enseñaba artes y manualidades a las niñas del orfanato; y el pirata Barbabarba construyó un faro para evitar naufragios en alta mar.

Con cada buena acción realizada, los villanos sentían cómo sus corazones se llenaban de alegría y gratitud. La gente del reino comenzó a notar estos cambios inesperados y poco a poco dejaron atrás sus prejuicios hacia ellos.

Los niños ya no corrían asustados al verlos pasar, sino que les sonreían y les ofrecían flores como muestra de cariño. Finalmente, llegó un día en que se celebró una gran fiesta en honor a estos antiguos malhechores convertidos ahora en benefactores.

El rey les otorgó medallas por su valentía al enfrentarse a sus propios demonios internos y elegir un camino diferente.

Los villanos se convirtieron así en héroes admirados por todos, demostrando que siempre hay oportunidad para cambiar si uno está dispuesto a esforzarse sinceramente por ello. Y colorín colorado este cuento ha cambiado su final: los malos se volvieron buenos gracias al poder transformador del amor y la redención. Y juntos vivieron felices... ¡para siempre!

FIN.

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