Los Visitantes del Parque Rodó



Era una noche tranquila en la ciudad de San José. Los habitantes se preparaban para dormir, pero algo extraordinario estaba a punto de suceder. De repente, las luces de toda la ciudad se apagaron. La oscuridad envolvió a cada hogar, pero, en medio de esa penumbra, algo brillante comenzó a aparecer en el cielo sobre el Parque Rodó.

Una familia de extraterrestres de un planeta lejano había decidido visitar la Tierra. Su nave espacial resplandecía con colores vibrantes mientras flotaba suavemente sobre el parque. Los extraterrestres se llamaban Lumi, Brillo y Estela, y tenían la misión de conocer más sobre la amistad y la creatividad de los humanos.

"Mirá, Lumi, ¡es precioso!", exclamó Estela, señalando las luces de la ciudad desde su nave.

"Sí, pero todavía no podemos bajar. Necesitamos que haya alguien que nos reciba con amabilidad", respondió Brillo.

Mientras tanto, en la casa de los Pérez, Lila, una niña curiosa y llena de imaginación, se despertó angustiada por el apagón. Con su linterna en la mano, decidió salir al jardín para investigar. Su hermano Tomás la siguió, aunque reticente.

"Lila, ¿qué hacemos afuera en la oscuridad? Es peligroso", dijo Tomás, abrazándose a sí mismo.

"¡No, no! Puede ser una aventura. Además, algo me dice que esta noche es especial", insistió Lila, sonriendo.

Al mirar hacia el cielo, notaron la nave de los extraterrestres iluminando la noche. Los colores vibrantes los dejaron boquiabiertos.

"¿Lo viste? ¡Es increíble!", gritó Lila con asombro.

"¿Son... son aliens?", preguntó Tomás, con un nudo en la garganta.

Sin pensarlo dos veces, Lila, con su valentía a flor de piel, decidió que tenían que acercarse a la nave y conocer a los visitantes. Con un paso firme, se dirigieron al Parque Rodó. La brisa suave de la noche parecía empujarlos hacia la aventura.

Al llegar, vieron a Lumi, Brillo y Estela descendiendo de su nave. Los extraterrestres sonrieron y se saludaron de una manera amistosa.

"¡Hola, pequeños humanos! Somos Lumi, Brillo y Estela. Venimos en son de paz", dijo Lumi, extendiendo su mano.

"¡Hola! Soy Lila, y él es mi hermano Tomás", contestó Lila emocionada.

Los extraterrestres les explicaron que había apagado las luces de la ciudad para que pudieran conocer la verdadera esencia de la Tierra: la amistad y la creatividad.

"En nuestro planeta, la creatividad es lo que nos une. Queremos aprender de ustedes", explicó Brillo.

"¿Cómo lo hacemos?", preguntó Tomás, intrigado.

Los extraterrestres propusieron un juego especial: conjugar ideas de diferentes mundos y crear algo único.

"Vamos a pintar en el cielo con nuestras luces. ¿Qué les parece?", sugirió Estela.

Lila y Tomás, llenos de alegría, aceptaron. Juntos, comenzaron a soñar en voz alta.

"¿Qué tal un unicornio volador?", dijo Lila.

"¡Y que tenga alas de arcoíris!", agregó Tomás entusiasmado.

Lumi, Brillo y Estela hicieron que la nave emitiera luces brillantes que formaban un hermoso unicornio en el cielo. Mientras trabajaban juntos, los cuatro se fueron conociendo, compartiendo historias de sus mundos.

"En nuestra galaxia, no hay guerras ni tristeza", compartió Brillo.

"¿Y cómo lo logran?", preguntó Tomás con curiosidad.

"Siempre resolvemos nuestros problemas hablando y creando juntos. La amistad es la clave", explicó Estela con una sonrisa.

La creación fue un éxito y, finalmente, después de un rato, los extraterrestres se despidieron.

"Gracias por enseñarnos sobre la amistad, pequeños amigos", dijo Lumi.

"Nos gustaría volver y ver cómo sus sueños se hacen realidad", agregó Brillo, mientras su nave comenzaba a elevarse en el cielo.

Lila y Tomás se quedaron mirando cómo el unicornio brillaba por última vez antes de desaparecer, pero en sus corazones llevaban una lección muy importante: en cualquier parte del universo, la amistad y la creatividad siempre iluminarán la oscuridad.

Esa noche, cuando las luces de San José volvieron a encenderse, los hermanos regresaron a su casa con una historia maravillosa que contar y una nueva visión sobre el poder de soñar.

"¿Ves, Tomás? ¡La oscuridad puede traer luz!", dijo Lila, sonriendo.

"Sí, y debemos cuidar esa luz siempre", contestó Tomás, feliz y lleno de inspiración.

Y así, empezaron una nueva aventura en su propia tierra, dispuestos a compartir su creatividad con el mundo, justo como lo habían hecho con sus amigos del espacio.

FIN.

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