Los Zombis Matemáticos de la Escuela Santa María del Buen Ayre



Era un día soleado en la Escuela Santa María del Buen Ayre. Los nenes de primer grado, emocionados, se preparaban para su primera clase de matemáticas. Pero, al llegar al aula, se encontraron con una sorpresa inesperada: ¡una computadora gigante en el centro del salón!"¿Qué es eso?" - preguntó Lucía, con los ojos abiertos de par en par.

"Es la nueva ‘Compu-Zombi’, diseñada para enseñar matemáticas de una forma divertida" - respondió la maestra Marta, sonriendo.

"¡Mirá!" - gritó Tomás, apuntando a la pantalla.

La Compu-Zombi tenía una pantalla brillante y un diseño un tanto extraño, con dibujos de zombis que se movían. De repente, la computadora comenzó a hablar.

"¡Hola, jóvenes matemáticos! Soy la Compu-Zombi y hoy aprenderemos cuentas mientras nos divertimos. ¡Amo las matemáticas!"

Los nenes se miraron entre sí. Estaban encantados, pero un poco inquietos. La maestra les explicó que la Compu-Zombi había sido creada por un inventor loco que adoraba las matemáticas, pero que no parecía comprender del todo su aspecto terrorífico.

La primera actividad comenzó. La Compu-Zombi les mostró una serie de sumas y restas con imágenes de zombis que se daban un festín con números.

"¡Sumemos! Si hay 5 zombis y vienen 3 más para la fiesta, ¿cuántos zombis hay en total?"

"¡Ocho!" - gritaron todos en coro.

Pero de repente, la Compu-Zombi se sacudió y comenzó a comportarse de manera extraña.

"¡Oh no! ¡Me están invadiendo las matemáticas locas!" - dijo la computadora en un tono alarmado.

Los chicos estaban asustados, pero también intrigados.

"¿Qué hacemos, señora?" - preguntó Martina, preocupada.

"Debemos ayudarla a despejarse. Tal vez podemos resolver más problemas de matemáticas." - sugirió Julián.

Así fue como empezaron a trabajar juntos. Cada fórmula correcta hacía que la Compu-Zombi recuperara su calma. Los chicos estaban entusiasmados, sumando, restando y resolviendo problemas de lógica.

"¡Nadie puede detener el poder de las matemáticas!" - gritó la Compu-Zombi aliviada, recuperando aliento.

Poco a poco, la Compu-Zombi se transformó. Su aspecto aterrador comenzó a desvanecerse y apareció un zombi amigable, con una gran sonrisa.

"¡Gracias, chicos! Han salvado mi día. ¡Las matemáticas son geniales!"

Los nenes estaban felices, porque no solo habían aprendido a sumar y restar, sino que también habían descubierto que todos los problemas, incluso aquellos que parecen aterradores, pueden solucionarse trabajando juntos.

"Deberíamos tener clases así todos los días" - exclamó Valentina.

"¡Sí! Con zombis y todo!" - agregó Nicolás, riendo.

Y así, desde aquel día, la Escuela Santa María del Buen Ayre se llenó de risas y matemáticas, y la Compu-Zombi se convirtió en parte de su rutina. Cada vez que se asomaba a la clase, los nenes sabían que la diversión y el aprendizaje iban de la mano, y que incluso un zombi podía ser su mejor amigo.

Desde entonces, las matemáticas no sólo eran más simples, sino también mucho más divertidas, gracias a la peculiar, aunque amistosa, Compu-Zombi.

FIN.

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