Loty y la Aventura Bajo la Lluvia



Era un día de lluvia en el pequeño pueblo donde vivía Loty. Las nubes grises cubrían el cielo y las gotas caían sin parar, haciendo que muchos niños decidieran quedarse en casa. Pero Loty, con su energía inagotable y su espíritu aventurero, no estaba dispuesta a dejar que el mal tiempo le arruinara el día.

Loty miró por la ventana de su habitación.

-Uh, ¡qué día tan lluvioso!

Se rascó la cabeza y pensó que tal vez podría hacer algo divertido. De repente, se le ocurrió una idea. Agarró su impermeable amarillo y sus botas de lluvia. Antes de que su mamá pudiera decirle que se quedara adentro, corrió hacia la puerta.

-Mamá, ¡voy a buscar aventuras bajo la lluvia!

-Pero Loty, no es seguro afuera en esta tormenta.

-¡Eso no me detendrá!

Con una sonrisa desafiante, Loty salió corriendo al jardín.

Al principio, el aire fresco la llenó de energía. Hizo pequeños saltos en los charcos, salpicando agua por todas partes.

-Woohooo, ¡esto es genial!

Entonces, se percató de que algo brillaba entre los arbustos. Con curiosidad, se acercó y descubrió un pato de peluche, empapado pero todavía sonriente.

-¡Qué sorpresa!

-¡Hola, pequeño pato!

Loty lo levantó con cuidado.

-¿Cómo terminaste aquí?

Entonces, mientras acariciaba al pato, se dio cuenta de que debía pertenecerse a alguien. De inmediato, se acordó de su amiga Clara, que vivía cerca y tenía una colección de patos de juguete.

-¡Debo devolverlo!

Lleno de entusiasmo, Loty decidió que su nueva misión sería llevar el pato a Clara.

Mientras corría por la calle, la lluvia seguía cayendo, y poco a poco empezó a notar que no estaba sola. En la misma vereda, vio a un grupo de niños que habían decidido salir a jugar bajo la lluvia, como ella. Loty los saludó.

-¡Hola, chicos!

-¡Mirá ese pato! – gritó uno de los nenes.

-Ops, parece que tengo que llevarlo a mi amiga.

-Si querés, podemos ir juntos.

Loty, emocionada, decidió que era mejor ir en grupo. Así, con un montón de risas y chapoteos, los niños la siguieron.

-Loty, ¿qué harías si también encuentras algo más?

Loty pensó por un momento.

-Pues, si encuentro algo que alguien haya perdido, ¡también lo devolvería!

Mientras avanzaban hacia la casa de Clara, encontraron una pelota de fútbol mojada, un sombrero perdido y un paraguas volador. Cada vez que encontraban un objeto, más risas y juegos se generaban.

Finalmente, llegaron a la puerta de Clara. Loty llamó.

-Clara, ¡abrí, tengo algo para vos!

Clara apareció, su rostro iluminado por la sorpresa.

-¡Qué lindo día para jugar, Loty!

-¡Pero mirá!

Le mostró el pato empapado.

-¡El pato! No puedo creer que lo encontraste. ¡Gracias!

Clara abrazó a Loty y juntas comenzaron a reír, mientras los demás niños se unían a la celebración.

-¡Esto merece una fiesta!

-¡Sí, una fiesta de lluvia!

Con eso, Clara invitó a todos a entrar y los organizó para hacer manualidades con papel, utilizando colores brillantes y pegamento.

El día continuó con risas, diversión y creatividad. Loty se sintió feliz, no solo por la aventura de buscar el pato, sino por haber compartido ese momento con amigos.

Cuando finalmente el sol comenzó a asomarse tras las nubes, Loty se despidió de Clara y prometió volver al día siguiente. Caminando hacia su casa, reflexionó sobre su día.

-Pasa lo que pase, ¡siempre hay aventuras que descubrir!

Sonriendo al recordar cada uno de los momentos divertidos que había compartido, Loty se dio cuenta de que un día lluvioso podía ser aún más especial que un día soleado, si tenías la actitud correcta y grandes amigos.

Y así fue como Loty aprendió que, incluso en los días más grises, siempre se puede encontrar un rayo de sol, un amigo y mucha diversión.

FIN.

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