Love Across the Sky



Había una vez, en el cielo estrellado, un pequeño y brillante niño llamado Lucero. Lucero era el hijo de la luna, con su piel pálida y cabello plateado que irradiaba luz por donde pasaba.

Siempre estaba rodeado de misterio y belleza. Un día, mientras jugaba entre las nubes, Lucero vio a un niño radiante que bailaba al ritmo del viento. Era Rayito, el hijo del sol.

Rayito tenía una sonrisa cálida y sus cabellos eran dorados como los rayos del amanecer. Desde aquel momento, Lucero no podía dejar de pensar en Rayito. Su corazón se llenó de curiosidad y admiración por él.

Pero había un problema: la luna y el sol nunca se encontraban en el mismo lugar. Lucero decidió buscar consejo en su madre Luna para entender lo que sentía dentro de sí mismo. "Madre Luna, tengo algo importante que contarte", dijo Lucero con timidez. "Dime, mi querido hijo", respondió Luna con ternura.

"Me he enamorado... me he enamorado del hijo del Sol", confesó Lucero. Luna escuchó atentamente las palabras de su hijo y comprendió la situación complicada en la que se encontraba.

"Querido Lucero", comenzó a decir ella con voz suave pero firme-. "El amor es un sentimiento hermoso e impredecible. A veces nos lleva por caminos inesperados". Lucero asintió mientras pensaba en todas las dificultades que enfrentaría si intentara acercarse a Rayito.

"Puedo sentir tu tristeza e incertidumbre, hijo mío", continuó Luna. "Pero recuerda que el amor verdadero trae luz y felicidad a nuestras vidas. No temas seguir tu corazón".

Animado por las palabras de su madre, Lucero decidió buscar una solución para poder estar cerca de Rayito. Viajó a través del cielo nocturno hasta llegar al horizonte donde la luna y el sol se encuentran brevemente cada día.

Allí esperó pacientemente durante días y noches, hasta que finalmente llegó el momento en que sus destinos se cruzaron. Rayito, sorprendido por la presencia de Lucero, preguntó: "¿Quién eres tú? ¿Y qué haces aquí?""Soy Lucero, el hijo de la luna", respondió con valentía.

"Me he enamorado de ti y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para estar juntos". Rayito miró fijamente los ojos brillantes de Lucero e hizo una pausa antes de responder:"Lucero, también siento algo especial cuando te veo. Pero nuestra unión no será fácil... nuestros mundos son distintos".

Lucero comprendió las palabras de Rayito pero no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. "Quizás podamos encontrar un lugar donde nuestros mundos puedan converger sin causar ningún daño", sugirió Lucero con esperanza en su voz.

Ambos niños decidieron explorar juntos lugares desconocidos en busca del punto exacto donde podrían encontrarse sin interferir uno con otro. Después de mucho viajar y explorar diferentes rincones del cielo, encontraron un hermoso arco iris que conectaba sus dos reinos celestiales.

Allí, en el arco iris, Lucero y Rayito se encontraron cada día para compartir risas, sueños y aventuras. Aprendieron a valorar sus diferencias y a amarse tal como eran.

El amor de Lucero y Rayito se convirtió en una inspiración para todos los astros del cielo. Demostraron que, aunque vivieran en mundos distintos, el amor verdadero siempre encuentra la forma de brillar.

Y así fue como el hijo de la luna y el hijo del sol encontraron un lugar especial donde su amor podía florecer sin restricciones. Juntos crearon un nuevo horizonte lleno de luz, color y felicidad para todos los seres celestiales.

Desde aquel día, cada vez que veas un arco iris en el cielo, recuerda que es símbolo del amor puro e inquebrantable entre dos corazones que supieron superar todas las barreras para estar juntos.

FIN.

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