Lu y la Magia de Aprender



Había una vez una niña llamada Lu que vivía en un pequeño pueblo. A pesar de que su escuela estaba llena de amigas y risas, Lu no quería ir. Cada mañana, cuando su mamá la despertaba, ella se quejaba:

"No quiero ir, mamá. La escuela es aburrida y siempre es lo mismo."

Su madre, con una sonrisa, le decía:

"Pero Lu, en la escuela aprendés cosas nuevas cada día. Tu profesora Benita tiene muchas sorpresas preparadas para ustedes."

Pero Lu no se convencía y continuaba resistiéndose. Su profesora Benita, siempre alentadora, notaba que algo pasaba con Lu. Un día, decidió hablar con ella durante el recreo.

"Lu, ¿por qué no querés venir a la escuela?"

"Es que no me gusta, me aburre, y siempre me siento cansada por las tareas" - respondió Lu, cruzando los brazos.

"Entiendo, pero en la escuela no solo se hacen tareas. Aprendés a dibujar, a contar historias, a jugar y a descubrir cosas increíbles. ¿Sabías que en las próximas clases vamos a aprender sobre el espacio?"

Los ojos de Lu se iluminaron.

"¿El espacio?"

"Sí, vamos a hablar de planetas, estrellas y astronautas. Puede ser muy divertido. Además, en la siguiente clase, haremos un proyecto en grupo. Así podés trabajar con tus compañeras", explicó Benita con una sonrisa.

Lu pensó un momento y dijo:

"No sé, creo que no estoy lista para eso. A veces me siento muy insegura."

Benita se agachó para estar a la altura de Lu.

"Mirá, Lu, todos sentimos un poco de inseguridad a veces, pero en equipo todo es más fácil. Tus compañeras son muy buenas y juntas pueden lograr cosas sorprendentes. ¿Qué te parece si hacemos un trato?"

"¿Un trato?"

"Sí, ven a la clase de espacio y si no te gusta, la semana próxima podemos buscar una alternativa. Pero tené en cuenta que no es solo información, también será una aventura.", propuso la profesora.

Después de pensarlo un rato, Lu decidió intentarlo. Al día siguiente, llegó a la escuela un poco nerviosa pero llena de curiosidad. Cuando entró al aula, sus compañeras la recibieron con sonrisas y risas.

"¡Lu, estamos listas para aprender sobre planetas!" - dijo una de sus amigas, Cami.

Benita había preparado una clase llena de sorpresas. Colocó un proyector en la pared e inició un video sobre el sistema solar. Lu se maravilló al ver imágenes de planetas de colores vibrantes girando en el espacio.

"¡Wow! ¡Es hermoso!"

"¿Te gusta, Lu?" - preguntó Benita.

"Sí, ¡es impresionante! Me encantaría ser astronauta y viajar a esos lugares" - respondió Lu, con los ojos llenos de brillo.

Las semanas pasaron y Lu comenzó a disfrutar cada vez más. Su entusiasmo por aprender crecía a pasos agigantados. Un día, la profesora Benita sorprendió a las niñas con una actividad diferente:

"Hoy vamos a hacer un telescopio con materiales reciclados. Vamos a observar las estrellas y aprender sobre ellas después."

Lu, emocionada, se unió a su grupo de amigas y trabajaron juntas. Se dieron cuenta de que, aunque al principio se sentía insegura, con la ayuda de sus compañeras y su profesora, todo era posible.

Después de varias clases, Lu se sintió tan segura que pidió hacer una presentación sobre el espacio en la feria de ciencias de la escuela.

Cuando llegó el gran día, su corazón latía rápidamente.

"¿Podré hacerlo, Benita?" - preguntó Lu, insegura otra vez.

"Por supuesto. Has trabajado mucho y estoy segura de que brillarás en el escenario. Recuerda, ¡tus compañeras están a tu lado!"

Finalmente, Lu se subió al escenario. Con un gran respiro, comenzó a hablar, y a medida que compartía lo que había aprendido sobre el espacio, su confianza creció.

"Y aquí está mi parte favorita: ¡las estrellas son inmensas y cada una cuenta una historia!"

Cuando terminó, todos aplaudieron. Lu sintió una satisfacción inmensa.

"Gracias, profesora Benita. ¡Esto fue maravilloso!"

"Lu, lo hiciste increíble. Eres una gran oradora y aprendiste a superar tus miedos. Estoy muy orgullosa de ti."

Desde ese día, Lu no solo disfrutó de la escuela, sino que se volvió una apasionada del aprendizaje. Su amor por el saber y su valentía la llevaron a nuevas aventuras. Y siempre recordará la primera persona que creyó en ella: su profesora Benita.

FIN.

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