Luana en la Casa de Bel



Era una hermosa mañana de primavera cuando Luana decidió visitar a su mejor amiga, Bel. La casa de Bel estaba llena de flores coloridas en el jardín y siempre había algo emocionante por descubrir.

- ¡Hola, Luana! - gritó Bel desde el patio.

- ¡Hola, Bel! ¿Qué estás haciendo? - preguntó Luana, acercándose a la puerta de entrada.

- Estoy esperando a que florezcan estos brotes. ¡Este año quiero hacer una competencia de flores con el resto del barrio! - dijo Bel emocionada.

Luana sonrió.

- ¡Eso suena genial! ¿Puedo ayudarte? - ofreció, con una chispa en sus ojos.

- Claro, pero necesito que me traigas agua para las plantas. - respondió Bel, señalando la manguera que estaba en la esquina del jardín.

Luana fue rápidamente a buscarla y, mientras llenaba la regadera de agua, notó un pequeño movimiento entre las hojas de un arbusto. Era un pajarito herido que no podía volar.

- Bel, ¡mira! - llamó Luana mientras corría hacia su amiga. - ¡Un pajarito está lastimado!

Bel se acercó y observó al pajarito.

- ¡Pobre! Necesitamos ayudarlo. - dijo con preocupación. - ¿Qué hacemos?

- Tal vez tengamos que llevarlo a un veterinario. - sugirió Luana, con la mirada seria.

- ¿Qué tal si le damos un poco de agua y comida primero? - propuso Bel, sonriendo. - Si lo llevamos de inmediato, puede que se asuste más.

Las dos chicas fueron a la cocina, donde encontraron un poco de agua y un trozo de pan. Regresaron al jardín y, con mucho cuidado, acercaron la comida al pajarito.

- Ven aquí, pequeño. - dijo Luana con voz suave. - No te haremos daño.

El pajarito comenzó a acercarse tímidamente. Las chicas estaban tan concentradas en ayudar al ave que no se dieron cuenta de que el tiempo pasaba. Luego de un rato, el pajarito comenzó a comer y ellas se sintieron muy felices.

- ¡Lo logramos, Luana! - exclamó Bel. - Creo que se sentirá mejor pronto.

- Sí, pero creo que también necesitamos darle un lugar seguro donde descansar. - dijo Luana.

- ¡Ideón! - gritó Bel. - ¿Y si hacemos una casita para él? Podemos usar algunas cajas y material reciclado del garage. - Propuso mientras su cara brillaba de emoción.

Las amigas corrieron al garage y recolectaron cajas viejas y colores. Trabajaron en equipo, decorando la casita como si fuera un palacio. Luego de un par de horas, tenían una casita colorida, lista para el pajarito.

- Aquí está tu nuevo hogar, pequeño. - dijo Luana, colocando al pajarito dentro de la casita. - Te ayudaremos a sanar. - añadió con ternura.

Días pasaron y, cada mañana, Luana y Bel iban a ver al pajarito. Le daban agua y alimento, y le hablaban sobre sus sueños, aventuras y el mundo que los rodeaba. El pajarito comenzó a cobrar fuerza, y un día, mientras las chicas estaban en el jardín, notaron que el ave estaba volando.

- ¡Mira, Bel! ¡Está volando! - gritó Luana, llena de alegría.

- ¡Lo logró! - exclamó Bel con una gran sonrisa. - ¡Estamos listas para la competencia de flores! La primera en ganar es el pajarito.

Una vez que el ave volvió a estar fuerte, el día de la competencia de flores finalmente llegó. Todas las casas del barrio estaban llenas de color y alegría, y las chicas, aunque algo nerviosas, presentaron con orgullo su arreglo de flores y la casita del pajarito.

- ¡Qué lindo todo! - dijo uno de los vecinos al ver las flores de Luana y Bel. - ¡Y qué original la casita para el pajarito!

Finalmente, el jurado decidió que Luana y Bel ganaron el primer premio por su creatividad. Las chicas se abrazaron emocionadas.

- ¡Lo conseguimos, Bel! No solo ayudamos al pajarito, sino que también ganamos! - gritó Luana.

- Sí, y aprendimos que un poco de amor y ayuda pueden hacer una gran diferencia. - agregó Bel, aún sonriendo.

Desde aquel día, Luana y Bel nunca olvidaron la lección que aprendieron y siempre dedicaron tiempo a ayudar a los que los rodeaban, porque pequeñas acciones pueden crear grandes cambios.

Y así, la amistad de Luana y Bel no solo siguió floreciendo, sino que también inspiró a otros a dar un poco de su tiempo para cuidar de la naturaleza y hacer del mundo un lugar mejor.

Los días siguieron en la casa de Bel, llenos de risas y aventuras.

- ¡Hasta mañana! - dijeron ambas, mientras el sol se ponía y el pajarito, ahora libre, volaba por el cielo.

Y así, las chicas aprendieron que lo más importante no es ganar, sino el amor y el esfuerzo que ponen en ayudar a los demás.

Fin.

FIN.

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