Luana y la lección en la plaza



Luana era una nena muy busca pleito. Siempre estaba buscando problemas con los demás en la plaza del barrio. Un sábado, mientras jugaba en el tobogán, se metió con Pedro, el chico más tranquilo del barrio. "¡Tú no deberías estar aquí, este es mi tobogán!" le gritó Luana. Pedro, sorprendido, trató de ignorarla, pero Luana no paraba de molestarlo.

Finalmente, Pedro se levantó y le dijo a Luana en tono firme: "No quiero pelear contigo, Luana. Solo quiero jugar en paz". Pero Luana no quiso escuchar y empujó a Pedro. En ese momento, Pedro perdió la paciencia y, para defenderse, le dio un empujón a Luana, quien cayó al suelo.

Los otros chicos que estaban en la plaza se acercaron asustados. Luana se levantó llorando y, enojada, se fue corriendo a su casa. Al llegar, se miró al espejo y vio los moretones en su brazo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que sus actitudes habían tenido consecuencias muy negativas.

Esa noche, Luana no podía dormir. Recordaba lo sucedido una y otra vez. Al día siguiente, decidió ir a disculparse con Pedro. Lo encontró solo en la plaza y, con un nudo en la garganta, se acercó y le dijo: "Pedro, lamento mucho haberte molestado. Me comporté muy mal y te lastimé. No debí haberlo hecho". Pedro, sorprendido por las disculpas de Luana, aceptó sus disculpas.

Desde ese día, Luana cambió su actitud. Comenzó a ser más amable con los demás niños en la plaza, a compartir sus juguetes y a jugar en armonía. Aprendió que la violencia nunca es la solución y que es mejor resolver los conflictos con palabras y respeto. Luana ya no era una nena busca pleito, sino una amiga cariñosa y comprensiva para todos en la plaza del barrio.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!