Luca y su Gran Paseo



Era un hermoso día soleado en el barrio. Luca, un perrito labrador de pelaje dorado, movía su cola con mucha felicidad. Su dueño, Tomás, lo miraba con una sonrisa.

"¡Hoy es un gran día para pasear, Luca!" - dijo Tomás emocionado.

Luca ladró alegremente, como si entendiera las palabras de su amigo. Al salir de casa, empezó a olfatear todo lo que encontraba: árboles, flores y hasta el banco donde siempre se sentaba doña Rosa.

"¡Mirá, Luca! ¡Las flores están hermosas!" - señaló Tomás.

Pero mientras paseaban, Luca, de repente, sintió un pequeño apretón en su pancita. Se detuvo y miró a Tomás.

"¿Qué pasa, amigo?" - le preguntó Tomás, escaneando el entorno.

Luca no podía hablar, pero hizo una seña moviendo su cola a un costado y luego mirando a Tomás, como diciéndole que necesitaba una parada. Tomás, con una sonrisa cómplice, sabía exactamente qué hacer.

"Vamos, a dar una vuelta por aquí, tranquilito..." - lo guió Tomás hacia un pequeño árbol.

Luca rápidamente hizo su necesidad y, cuando terminó, miró a Tomás con picardía.

"¡Buen chico!" - lo felicitó Tomás, y luego sacó una bolsita de su bolsillo.

Luca no entendía mucho, pero cuando Tomás recogió lo que había dejado, el perro lo miró curioso.

"Es muy importante limpiar después de nosotros, Luca. Así cuidamos el parque y a los demás." - explicó Tomás mientras cerraba la bolsita.

Pero, de repente, apareció un grupo de niños que jugaban a la pelota.

"¡Hola, Tomás! ¡Hola, Luca!" - gritaron los niños con alegría.

Luca movió su cola aún más al ver a sus amigos. Pero uno de los niños, Pedro, se detuvo y preguntó:

"¿Por qué llevas esa bolsita, Tomás?" - preguntó, intrigado.

"Porque Luca hizo su necesidad y tengo que recogerlo. Así todos podemos disfrutar del parque limpio y bonito, ¿verdad?" - respondió Tomás con una sonrisa.

Los niños lo miraron con ojos brillantes.

"Sí, ¡qué buena idea!" - dijo Ana, otra de las niñas. "Siempre es mejor jugar en un lugar limpio."

Luca ladró feliz, moviendo su cola, sintiéndose como un verdadero héroe. Después, Tomás y Luca siguieron paseando, y los niños se unieron a ellos.

"¡Vamos a jugar!" - gritaron.

Y todos juntos corrieron hacia el centro del parque. Pasaron una tarde maravillosa, llenos de risas y juegos. Luca, salpicando agua mientras corría, no podía estar más contento. Sabía que había hecho lo correcto: había ayudado a que su parque siguiera siendo un lugar especial para todos.

Al final del día, cuando regresaron a casa, Tomás acarició a Luca y le dijo:

"Siempre es bueno cuidar nuestro mundo, amigo. ¡Gracias por ser un buen compañero!" - le sonrió, y Luca, moviendo su cola, parecía decir "¡De nada!".

Y así, Luca y Tomás aprendieron que cuidar de su hogar era también parte de divertirse y disfrutar de los paseos juntos.

¡Fin!

FIN.

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