Lucas and the Power of Kind Words


Había una vez en el hermoso pueblo de Villa Flores, un niño llamado Lucas. Lucas era muy travieso y siempre decía groserías sin pensar en las consecuencias.

No importaba si estaba en la escuela, en el parque o incluso en la iglesia, siempre soltaba palabras malsonantes. Un día, mientras Lucas jugaba con sus amigos en el parque, se acercó a ellos un anciano muy amable llamado Don Ernesto.

Don Ernesto tenía una barba blanca y llevaba un sombrero negro que le daba un aire misterioso. "Hola chicos ¿cómo están?"- saludó Don Ernesto con una sonrisa. "Hola Don Ernesto"- respondieron los niños al unísono.

Don Ernesto miró a Lucas y dijo: "Lucas, me han contado que eres muy valiente y audaz". Lucas se sintió halagado por las palabras del anciano y asintió orgulloso. "Pues bien, tengo una tarea para ti"- continuó Don Ernesto-. "Deberás pasar todo el día sin decir ninguna grosería en público".

Lucas se quedó sorprendido. Nunca antes había sido desafiado de esa manera. Pero aceptó el reto decidido a demostrarle a todos que podía hacerlo. El primer obstáculo fue durante la clase de matemáticas.

El profesor explicaba una fórmula complicada y Lucas no entendía nada. Normalmente hubiera soltado alguna palabra inapropiada, pero recordando su promesa a Don Ernesto se mordió la lengua y pidió ayuda al profesor educadamente.

A medida que pasaban las horas, Lucas enfrentaba diferentes situaciones tentadoras para decir groserías. Pero siempre lograba controlarse y encontrar una manera amable de expresarse. El verdadero desafío llegó durante el recreo, cuando un niño llamado Juan empezó a molestarlo.

Lucas se sintió frustrado y enojado, pero recordando su promesa respiró hondo y le habló con respeto:"Juan, entiendo que quieras jugar, pero no me gusta que me empujes. ¿Podemos encontrar otra forma de divertirnos juntos?"Juan se sorprendió por la actitud de Lucas y aceptó su propuesta.

A partir de ese momento, los dos niños se hicieron amigos y comenzaron a jugar sin problemas. Al final del día, Don Ernesto apareció nuevamente en el parque para ver cómo había ido el reto de Lucas.

"Don Ernesto, lo logré"- exclamó Lucas emocionado-. "¡Pasé todo el día sin decir ninguna grosería!"Don Ernesto sonrió orgulloso y dijo: "Lucas, has demostrado ser un niño valiente y capaz de controlar tus palabras.

Recuerda siempre que las palabras pueden hacer mucho daño o construir hermosas amistades". A partir de ese día, Lucas aprendió la importancia de pensar antes de hablar. Comenzó a utilizar palabras amables y respetuosas en todas sus conversaciones.

Su cambio fue tan notorio que todos los habitantes del pueblo lo felicitaron por su esfuerzo. Desde aquel desafío con Don Ernesto, Lucas se convirtió en un ejemplo para los demás niños del pueblo.

Y cada vez que alguien estaba tentado a decir una grosería, solo tenía que mirar a Lucas para recordar que siempre es mejor hablar con amabilidad y respeto.

Y así, Villa Flores se convirtió en un lugar donde las palabras bonitas florecían en cada rincón, gracias a la lección que Lucas había aprendido.

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