Lucas, el auténtico
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Lucas. Lucas era un niño especial, se sentía diferente a los demás niños de su edad.
Él sabía que en realidad era una niña y se identificaba como Lucía. Lucas/Lucía siempre había sentido curiosidad por una chica llamada Martina. Ella era simpática, divertida y siempre estaba rodeada de amigos. Lucía soñaba con poder acercarse a ella, charlar y tal vez convertirse en amigas.
Pero cada vez que intentaba hablarle, Martina lo ignoraba o simplemente no le prestaba atención. Un día, desanimado por la falta de interés de Martina, Lucía decidió buscar una forma de llamar su atención.
Fue entonces cuando descubrió el gimnasio del pueblo. Pensó que si lograba ponerse en forma y lucir más fuerte y atlético, tal vez Martina finalmente lo notaría. Desde ese momento, Lucía comenzó a obsesionarse con el gimnasio.
Todos los días después de la escuela iba corriendo a entrenar: levantaba pesas, hacía abdominales, corría en la cinta y practicaba boxeo. Estaba decidido a transformar su cuerpo para impresionar a Martina.
Los meses pasaron y Lucía se volvió más fuerte y ágil gracias a su constancia en el gimnasio. Sin embargo, cada vez que intentaba acercarse a Martina para hablarle sobre sus logros deportivos, ella seguía sin prestarle atención.
Un día, agotado después de una intensa sesión de entrenamiento, Lucía se sentó desanimado en un banco del parque. Fue entonces cuando escuchó una voz familiar: era Martina quien se acercaba con una sonrisa en el rostro.
"¡Hola! ¿Cómo estás? He visto cómo te esfuerzas todos los días en el gimnasio y quería decirte que admiro tu dedicación", dijo Martina sinceramente. Lucía no podía creerlo. Finalmente había captado la atención de Martina no por su físico sino por su determinación y esfuerzo.
A partir de ese día comenzaron a charlar e incluso compartieron rutinas de entrenamiento juntos. Lucas/Lucia aprendió una valiosa lección: no necesitaba cambiar quién era para ser aceptado o querido por los demás.
Lo importante era ser fiel a sí mismo y trabajar duro para alcanzar sus metas sin obsesionarse con aspectos superficiales como la apariencia física.
Así, Lucas/Lucia comprendió que la verdadera belleza radica en la autenticidad y la perseverancia; dos cualidades que lo llevaron no solo a conquistar sus sueños deportivos sino también el corazón de quienes realmente valoraban su esencia única e irrepetible.
FIN.