Lucas, el lobo carpintero



Había una vez en la ciudad de Villa Madera, un lobo llamado Lucas.

Lucas era diferente a los demás lobos, ya que en lugar de asustar a la gente y cazar animales, le encantaba ayudar a los demás y aprender cosas nuevas. Un día, mientras paseaba por la calle de la escuela catorce, Lucas se encontró con algo brillante en el suelo. Se acercó curioso y descubrió que era un zapato muy especial.

Era el zapato del carpintero Don Ramón, quien lo había perdido hacía días. Lucas sabía que Don Ramón necesitaba ese zapato para trabajar y decidió llevárselo de vuelta. Con el zapato en sus fauces, se dirigió hacia el taller de Don Ramón.

Al llegar, golpeó suavemente la puerta con su pata y esperó. - ¡Hola! ¿Quién anda ahí? - preguntó Don Ramón al abrir la puerta y sorprenderse al ver a Lucas con su zapato.

- ¡Hola Don Ramón! Encontré tu zapato en la calle y pensé que lo necesitarías para trabajar - dijo Lucas con una sonrisa amigable. Don Ramón no podía creer lo que veía. Nunca antes había visto a un lobo tan amable y servicial como Lucas.

Agradecido, invitó a Lucas a pasar al taller y le ofreció un poco de agua fresca. - ¡Muchas gracias por devolverme mi zapato, Lucas! Eres realmente increíble - dijo Don Ramón emocionado. - De nada, Don Ramón.

Me alegra poder ayudarte. Además, me encanta aprender sobre tu trabajo como carpintero - respondió Lucas curioso. A partir de ese día, Lucas visitaba regularmente a Don Ramón en su taller.

El carpintero le enseñaba todo sobre el arte de trabajar la madera: cómo tallarla, pulirla y darle forma para crear hermosos muebles y objetos útiles. Con el tiempo, Lucas se convirtió en un excelente aprendiz de carpintero.

Descubrió que tenía habilidades especiales para esculpir figuras detalladas con sus garras afiladas e incluso diseñó una hermosa estantería inspirada en el bosque donde solía vivir. La noticia sobre el lobo carpintero se extendió rápidamente por toda Villa Madera.

La gente venía desde lejos para admirar sus creaciones únicas y pedirle consejos sobre cómo mejorar sus propias habilidades artesanales.

Lucas demostró que no importa cuán diferentes seamos o qué aspecto tengamos; siempre podemos encontrar maneras de contribuir positivamente al mundo y hacer felices a quienes nos rodean con nuestras acciones bondadosas. Y así fue como Lucas el lobo se convirtió en un símbolo de amistad, superación personal y solidaridad en Villa Madera, inspirando a todos a seguir sus pasos y trabajar juntos para construir un futuro mejor para todos.

FIN.

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