Lucas, el niño veloz
Había una vez un niño llamado Lucas. Lucas era muy rápido, ¡más rápido que un rayo! Cuando llegaba al colegio, terminaba todas sus tareas antes que los demás.
"¡Voy a ganar la carrera hoy!" - decía emocionado, mientras calentaba en el patio.
Pero, a veces, después de terminar sus tareas, se sentía tan lleno de energía que quería hacer más cosas. Un día, mientras estaba en la clase de ciencias, la maestra, la señorita Ana, les propuso un proyecto grupal sobre el sistema solar.
"Esto va a tardar mucho..." - se quejó Tomás, uno de sus compañeros.
Lucas miró por la ventana, pensó en cómo podría hacerlo más rápido y se le ocurrió una idea brillante.
"¿Y si hacemos un modelo del sistema solar con una carrera?" - sugirió Lucas, y todos lo miraron intrigados.
"¿Como una carrera de planetas?" - preguntó Valentina, muy entusiasmada.
"Sí, ¡conpelotas de colores! Podemos pintarlas y hacer que cada uno sea un planeta en la pista!" - Lucas empezó a dibujar el diseño de la pista en la pizarra.
Fue así como el grupo se embarcó en un proyecto único. Todos comenzaron a trabajar juntos, dibujando y pintando las pelotas para que representaran a cada planeta del sistema solar. Lucas organizaba todo para que cada uno supiera qué hacer.
Sin embargo, a medida que avanzaban, Lucas no podía evitarse sentir un poco ansioso. El tiempo pasaba rápido, y él quería hacer mucho más.
"¿Por qué no organizamos una carrera final? ¡El que corra más rápido se llevará un premio!" - propuso de nuevo. El resto del grupo se miró y luego asintió, porque a todos les encantaba la idea.
Finalmente, llegó el día de la presentación. Todos estaban emocionados. La señorita Ana también se unió, y el momento estaba lleno de energía.
"Que comience la carrera de planetas!" - gritó Valentina con una gran sonrisa.
Los niños corrieron alrededor de la pista, cada uno llevando su planeta con gran orgullo. Pero, cuando Lucas empezó a correr, ¡se dio cuenta de que se había emocionado tanto que había olvidado el concepto del proyecto!"¡Espera! No es solo correr, debemos hacer que los niños aprendan!" - gritó Lucas, frenando de golpe.
Entonces, decidió detener la carrera y empezó a explicar a sus compañeros qué había que hacer para que cada niño entendiera cómo era el sistema solar.
"Miren, este es el sol, y todos los planetas giran a su alrededor. Cada uno tiene un tiempo específico para completar su órbita..." - explicó Lucas mientras movía las pelotas alrededor de él.
Los demás lo escucharon con atención y comenzaron a comprender el proyecto a un nivel más profundo.
"¡Uau, Lucas! Nunca había pensado en el sistema solar de esta manera" - dijo Tomás entusiasmado.
Al final, la carrera fue un gran éxito. La señorita Ana los felicitó a todos.
"Estoy muy orgullosa de ustedes. No solo corrieron, sino que aprendieron a trabajar en equipo y a comunicar sus ideas. Eso es lo más importante" - dijo la maestra y aplaudió.
En ese momento, Lucas se dio cuenta que no solo era importante ser el más rápido, sino que también era vital compartir el conocimiento y trabajar en equipo.
Desde aquel día, Lucas decidió que usaría su energía y rapidez para ayudar a otros. Se convirtió en un niño veloz, no solo en correr, sino en hacer que todos a su alrededor se sientan incluidos y aprendan a su ritmo.
"¡Vamos a otra carrera de planetas la próxima semana! Pero esta vez, ¡con más ciencia!" - exclamó Lucas, lleno de entusiasmo mientras sus amigos asentían y sonreían.
Y así, el niño veloz aprendió que la verdadera rapidez radica en ayudar y aprender juntos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.