Lucas, la valiente niña que enseñó a aceptar


Había una vez un niño llamado Lucas que asistía a la escuela. Aunque era muy querido por todos sus compañeros y maestros, Lucas sentía que algo no estaba del todo bien.

Cada vez que alguien le llamaba por su nombre, sentía como si no encajara completamente. Un día, durante una clase de ESI (Educación Sexual Integral), la maestra les habló sobre la importancia de ser auténticos y respetar las decisiones personales de cada uno.

Aquellas palabras resonaron fuertemente en el corazón de Lucas, quien comenzó a cuestionarse su propia identidad. Después de mucho reflexionar, Lucas decidió hablar con su maestra sobre cómo se sentía.

Al terminar la clase, se acercó tímidamente a ella y le dijo: "-Maestra, quiero contarle algo importante". La maestra sonrió amablemente y le respondió: "-Claro Lucas, puedes confiar en mí. ¿Qué te pasa?"Lucas respiró profundamente antes de continuar: "-Siento que mi nombre no me representa realmente.

Me gustaría cambiarlo a María". La maestra miró al niño con ternura y le dijo: "-Lucas o María, lo más importante es que te sientas feliz y cómodo contigo mismo".

La noticia se extendió rápidamente por toda la escuela y los compañeros comenzaron a llamarle María sin dudarlo. Todos entendieron que ese cambio era fundamental para el bienestar emocional de su amigo.

Sin embargo, hubo alguien que no estuvo conforme con esta decisión: Tomás, un chico un poco más mayor que siempre había sido un poco travieso e intolerante. Tomás se burlaba constantemente de María, llamándola con su antiguo nombre y haciendo comentarios hirientes. María se sintió muy triste por estas actitudes, pero no dejó que eso la desanimara.

Sabía que había tomado una decisión importante para su identidad y no permitiría que nadie le hiciera sentir mal por ello. Un día, María decidió enfrentar a Tomás.

Se acercó a él con valentía y le dijo: "-Tomás, entiendo que te cueste entender mi cambio de nombre, pero es algo muy importante para mí. Te pido respeto". Tomás quedó sorprendido ante la seguridad de María y decidió reflexionar sobre sus acciones.

Después de aquel encuentro, Tomás comenzó a cambiar su actitud hacia María. Poco a poco, se fue disculpando por sus acciones pasadas y empezaron a construir una amistad basada en el respeto y la comprensión mutua.

El tiempo pasó y todos los compañeros aprendieron mucho de esta experiencia. Aprendieron que cada persona tiene derecho a ser quien realmente es y que es fundamental respetar las decisiones personales de los demás. Desde aquel día en adelante, María vivió feliz siendo ella misma.

Su cambio de nombre no solo le ayudó a aceptarse mejor sino también inspiró a otros niños en la escuela a ser auténticos consigo mismos sin miedo al juicio o prejuicio de los demás.

Y así termina nuestra historia querido lector/a: con un mensaje claro sobre la importancia del respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Porque todos merecemos ser felices siendo quienes realmente somos.

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