Lucas y el Arte Marcial Responsable



Había una vez un niño llamado Lucas, que tenía 5 años y le encantaba el taekwondo. Desde muy pequeñito, siempre estaba saltando y pateando todo a su alrededor.

Aunque era muy divertido verlo tan activo, había un problema: Lucas no entendía que no está bien patear a las personas. Un día, mientras Lucas jugaba en el parque con sus amigos, dio una patada sin querer a su amiguito Martín.

Martín se cayó al suelo y comenzó a llorar. La mamá de Martín se acercó preocupada y le dijo a Lucas:- ¡Lucas! No está bien patear a tus amigos. Puedes lastimarlos y hacerles daño.

Lucas miró sorprendido a la mamá de Martín y preguntó:- Pero ¿qué hago entonces si me gusta tanto el taekwondo? La mamá de Martín sonrió comprensiva y respondió:- El taekwondo es genial, pero debes aprender que solo se debe practicar en lugares adecuados como la escuela o el gimnasio.

Nunca debes usarlo para lastimar a los demás. Lucas quedó pensativo por un momento y luego dijo:- Tienes razón, mamá de Martín. No quiero lastimar a mis amigos.

¿Pero cómo puedo aprender más sobre el taekwondo? En ese momento apareció don Carlos, un señor mayor que solía dar clases de artes marciales en el parque. Don Carlos escuchó la conversación y decidió ayudar. - ¡Hola chicos! Escuché lo que estaban hablando sobre el taekwondo.

¿Les gustaría aprender de manera adecuada? Lucas y Martín se emocionaron y asintieron con entusiasmo. - ¡Claro, don Carlos! Queremos aprender a practicar el taekwondo de forma correcta -dijeron al unísono.

Don Carlos sonrió y les explicó:- El taekwondo es un arte marcial que nos enseña disciplina, respeto y control. Si quieres aprenderlo correctamente, debes inscribirte en una escuela especializada donde te enseñarán todo lo necesario para ser un buen taekwondista.

Los ojos de Lucas brillaron de emoción y preguntó:- ¿Podrías enseñarnos tú, don Carlos? Don Carlos negó con la cabeza amablemente y respondió:- Lamentablemente, ya no doy clases, pero puedo recomendarles una muy buena escuela cerca de aquí.

Además, si ustedes se comprometen a practicar el taekwondo sin lastimar a nadie, estaré encantado de ayudarlos en su camino. Lucas y Martín aceptaron emocionados la propuesta. Juntos fueron a la escuela recomendada por don Carlos e iniciaron su aprendizaje del taekwondo de manera adecuada.

Poco a poco, Lucas fue comprendiendo que el verdadero valor del taekwondo estaba en la disciplina personal y en saber utilizar sus habilidades para protegerse a sí mismo sin hacer daño a los demás.

Aprendió técnicas increíbles, fortaleció su cuerpo y mente, pero siempre recordando las palabras sabias de don Carlos: "El respeto hacia los demás es lo más importante". A medida que Lucas avanzaba en su entrenamiento, también se convirtió en un ejemplo para sus amigos.

Les enseñó que el taekwondo no es solo patear y saltar, sino también ser responsable y respetuoso. Desde aquel día en el parque, Lucas siempre recordaba que aunque le gustara mucho el taekwondo, lo más importante era usarlo de manera correcta y nunca lastimar a los demás.

Y así, Lucas se convirtió en un gran taekwondista y un amigo increíblemente respetuoso.

FIN.

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