Lucas y el Micrófono Mágico



Era una vez un niño llamado Lucas que tenía un gran miedo al micrófono. Cada vez que alguien lo levantaba en la escuela para hacer un anuncio o para cantar en una obra de teatro, Lucas se escondía detrás de su pupitre. Era su lugar seguro, su refugio.

Un día, la maestra de música, la Sra. García, anunció que habría un concurso de talentos en la escuela.

"¡Todos pueden participar!", dijo con entusiasmo. "Es la oportunidad perfecta para mostrar lo que saben hacer. Pero habrá un micrófono en el escenario".

Al escuchar la palabra 'micrófono', Lucas sintió que su corazón latía más rápido. Se imaginó lo que sería estar en el escenario, con todos los ojos puestos en él.

"No, no, no. Yo no puedo. ¡Me da miedo!" - se quejó a su amigo Tomás.

"Pero Lucas, ¿qué tal si le mostramos a todos tu habilidad para contar cuentos?" - sugirió Tomás.

Lucas, aunque dudoso, siempre había tenido una gran imaginación. Sin embargo, el simple hecho de pensar en hablar frente a todos lo aterraba.

"No sé, Tomás. El micrófono... no sé si puedo" - respondió nervioso.

La Sra. García, al notar que Lucas no mostraba interés, se acercó a él.

"Lucas, ¿quieres contarme a mí qué es lo que te asusta del micrófono?" - preguntó con suavidad.

Lucas tomó aire, decidió abrirse. **"Es que... creo que mis palabras se van a perder. No quiero que se rían de mí"**. La Sra. García sonrió y le dijo:

"Entiendo, Lucas. Muchas personas sienten lo mismo. Pero el micrófono no es un enemigo, es una herramienta para que tu voz suene más fuerte y clara".

Lucas estaba pensativo. Con el apoyo de su maestra, decidió participar en el concurso, pero solo si podía contar una historia junto a Tomás, porque sabía que no estaba solo.

"Está bien, haremos una historia juntos" - dijo Lucas, sintiéndose un poco más seguro.

Los días pasaron y los dos amigos comenzaron a practicar. Inventaron una divertida historia sobre un dragón y un caballero que aprendían a ser amigos. A medida que practicaban, Lucas empezó a sentir que el micrófono ya no era tan aterrador.

"¿Sabés, Tomás? Creo que me estoy empezando a acostumbrar" - dijo Lucas, sonriendo.

El día del concurso llegó. El auditorio estaba lleno de familiares y amigos. Lucas sintió mariposas en el estómago, pero esta vez estaba decidido a superarlo.

"Vamos, Lucas, ¡es nuestra oportunidad!" - le animó Tomás.

Cuando llegó su turno, subieron al escenario y Lucas miró a la audiencia.

- **"Hola, somos Lucas y Tomás, y hoy les contaremos una historia sobre un dragón y un caballero"** - dijo Lucas, tomando el micrófono con un poco de temblor, pero con más seguridad de lo que había sentido antes.

A medida que contaban la historia, el público se reía y aplaudía. Lucas se olvidó por completo de su miedo y comenzó a disfrutar.

"¡Y entonces el dragón decidió que no quería asustar más al pueblo!" - gritó Lucas emocionado.

Cuando terminaron, la audiencia estalló en aplausos.

"¡Increíble! ¡Son geniales!" - gritaba una niña desde el fondo.

"¡Gracias! ¡Gracias!" - respondieron los chicos, riendo.

Lucas bajó del escenario sintiéndose ligero, como si hubiera volado.

"No puedo creerlo. ¡Lo hice!" - dijo Lucas, abrazando a Tomás.

"Te dije que lo lograrías, ¡sos un capo!" - replicó Tomás, riendo.

Desde ese día, la relación de Lucas con el micrófono cambió completamente. Comenzó a participar en varias actividades, como lecturas en clase y pequeñas presentaciones. Su voz se volvió más fuerte y su confianza creció cada día.

Y así, Lucas aprendió que a veces, enfrentar nuestros miedos puede llevarnos a descubrir fortalezas que nunca pensamos que teníamos.

FIN.

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