Lucas y el misterio del tiempo en Villa Relojera
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Relojera, un niño curioso llamado Lucas. A Lucas le encantaban los relojes y siempre veía a las personas mayores del pueblo mirando sus relojes con atención.
Un día, decidió que él también quería aprender a usar un reloj. Lucas se acercó al relojero del pueblo, Don Timoteo, un hombre amable y sabio que llevaba toda su vida trabajando con relojes.
"Hola Don Timoteo, ¿podrías enseñarme a usar un reloj?", preguntó Lucas con entusiasmo. Don Timoteo sonrió y le dijo: "¡Claro que sí, joven Lucas! Ven conmigo a mi taller y te enseñaré todo lo que necesitas saber.
"Así comenzó la aventura de Lucas en el mundo de los relojes. Don Timoteo le explicó cómo funcionaban las manecillas, qué significaba cada número en el dial y cómo leer la hora correctamente.
"Mira Lucas, cuando la manecilla grande está en el número 12 y la manecilla pequeña está en el número 6, son las seis en punto", explicaba Don Timoteo pacientemente. Lucas practicaba todos los días con su nuevo reloj de pulsera.
Al principio le costaba un poco entenderlo todo, pero con la ayuda de Don Timoteo fue mejorando rápidamente. Un día, mientras Lucas paseaba por el pueblo con su reluciente reloj en la muñeca, escuchó gritos de auxilio. Se acercó corriendo y vio a Doña Marta desesperada porque llegaba tarde a una cita importante.
"Tranquila Doña Marta, ¡yo puedo decirle la hora!", exclamó Lucas seguro de sí mismo. Doña Marta miró sorprendida al niño y le mostró su reloj sin pilas.
Sin dudarlo, Lucas leyó la hora correcta y ayudó a Doña Marta a llegar puntual a su cita. A partir de ese día, todos en Villa Relojera empezaron a acudir a Lucas cuando necesitaban saber la hora exacta.
El niño se había convertido en el orgullo del pueblo gracias a sus conocimientos sobre los relojes. Y así, entre tic tac y tic tac, Lucas siguió aprendiendo y enseñando a otros el arte de leer la hora en un reloj.
Siempre recordaría aquellos momentos junto a Don Timoteo como los más especiales de su infancia. Porque aprender algo nuevo puede abrir puertas inesperadas y convertirte en alguien especial para los demás.
Y eso es justo lo que le pasó al pequeño gran experto en relojes de Villa Relojera: ¡Lucas!
FIN.