Lucas y el Mono Sabio



Había una vez en San José del Guaviare, un pequeño pueblo rodeado de espesa selva, donde vivían muchos animales y personas amigables.

En este lugar mágico, la naturaleza era abundante y llena de vida, con ríos cristalinos y árboles gigantes que se mecían suavemente con el viento. En el corazón de la selva vivía Lucas, un niño curioso y aventurero que siempre estaba buscando nuevas emociones.

Un día, mientras exploraba los alrededores del pueblo, se adentró más profundo en la selva de lo que nunca antes lo había hecho. De repente, se encontró perdido entre los árboles altos y los sonidos misteriosos de la jungla.

"¡Oh no! ¿Cómo voy a volver a casa?", pensó Lucas angustiado mientras miraba a su alrededor sin reconocer el camino de regreso. Justo cuando empezaba a preocuparse, escuchó una voz suave que provenía de un árbol cercano. Se acercó cauteloso y descubrió que era un mono muy sabio llamado Simón.

"Hola amigo", dijo Simón con una sonrisa amable. "¿Estás perdido?"Lucas asintió con timidez y le contó su situación al mono.

Simón, con paciencia y sabiduría, le explicó cómo orientarse en la selva utilizando las estrellas como guía y cómo encontrar agua fresca para beber. "Sigue esa estrella brillante allá arriba", indicó Simón señalando hacia el cielo nocturno. "Te llevará de vuelta al pueblo".

Gracias a los consejos del mono Sabio, Lucas logró encontrar su camino de regreso a casa sano y salvo. Desde ese día, el niño aprendió a respetar y valorar la naturaleza que lo rodeaba. Pero la historia no termina ahí.

Un mes después de su aventura en la selva, San José del Guaviare enfrentó una sequía inesperada que puso en peligro la vida de todos sus habitantes. Los cultivos se secaron rápidamente y los ríos comenzaron a disminuir su caudal.

Lucas recordó las enseñanzas de Simón sobre cómo sobrevivir en la selva e ideó un plan para ayudar a su comunidad. Reuniendo a todos los niños del pueblo, organizaron brigadas para plantar árboles nativos alrededor del río principal y así conservar el agua.

Con esfuerzo y trabajo en equipo lograron revertir la sequía poco a poco. La lluvia finalmente volvió a caer sobre San José del Guaviare gracias al amor por la naturaleza demostrado por Lucas y sus amigos.

Desde entonces, el pueblo celebraba cada año el Día del Árbol en honor al valiente niño que supo aprender las lecciones más importantes directamente desde la selva: respeto por el entorno natural y solidaridad entre vecinos para superar cualquier adversidad juntos.

Y así fue como San José del Guaviare prosperó gracias al valor e ingenio de un niño dispuesto a aprender incluso en las situaciones más difíciles.

FIN.

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