Lucas y el pajarito herido



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, un niño muy especial llamado Lucas. Desde que nació, Lucas había sido conocido por ser extremadamente distraído.

Siempre perdía sus juguetes, olvidaba hacer sus tareas y se quedaba mirando las nubes por horas. A pesar de su distracción, Lucas era un niño feliz y siempre veía el lado positivo de las cosas.

Su risa resonaba por todo el pueblo y contagiaba a todos los que estaban a su alrededor. Aunque algunos lo consideraban un poco torpe, nadie podía resistirse a su encanto y alegría. Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de Villa Alegre, Lucas escuchó unos ruidos extraños provenientes de un arbusto.

Con curiosidad, se acercó y descubrió a un pajarito herido. Sin dudarlo, decidió cuidarlo y llevarlo a su casa para curarlo. "¡Mamá, mamá! ¡Mira lo que encontré en el bosque!", exclamó Lucas emocionado.

Su mamá se sorprendió al ver al pajarito herido pero rápidamente ayudaron a curarlo juntos. Día tras día, Lucas cuidaba del pajarito con tanto amor y dedicación que pronto estuvo completamente recuperado. El pajarito no paraba de cantarle melodías hermosas como forma de agradecimiento.

"Gracias Lucas por salvarme", trinaba el pajarito feliz. Lucas sonreía radiante y sentía en su corazón una felicidad indescriptible. A partir de ese momento, el pajarito se convirtió en su fiel compañero de aventuras.

Juntos exploraban cada rincón del pueblo y vivían momentos inolvidables. Sin embargo, una mañana mientras jugaban cerca del lago, el pajarito desapareció repentinamente. Lucas buscó por todas partes sin éxito hasta que recordó que los pájaros migran hacia climas cálidos durante el invierno.

"No te preocupes amigo", dijo con tristeza pero esperanza en sus ojos "Sé que volverás algún día". Los días pasaron y la vida en Villa Alegre seguía su curso normal pero Lucas seguía sintiendo la ausencia de su amigo alado.

Hasta que una mañana soleada de primavera, mientras estaba en la plaza del pueblo jugando con sus amigos, escuchó un familiar trinar desde arriba.

Al levantar la vista vio cómo el pajarito regresaba junto a una bandada aún más grande que antes. Con lágrimas de emoción corriendo por sus mejillas, extendió los brazos y el pajarito voló directo hacia ellos posándose delicadamente sobre su hombro. "¡Amigo mío! ¡Has vuelto!", exclamó Lucas abrazando al pajarito con ternura.

La gente del pueblo observaba la emotiva escena entre lágrimas y aplausos mientras celebraban este reencuentro tan especial.

Desde entonces, Lucas siguió siendo distraído pero aprendió que esa distracción no era un defecto sino parte de lo que lo hacía único e increíblemente especial. Y así fue como Lucas comprendió que la verdadera felicidad reside en amar sin medidas, ser paciente ante las adversidades y nunca perder la esperanza porque siempre hay luz al final del túnel.

FIN.

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