Lucas y el poder de la bondad



Había una vez un niño llamado Lucas que siempre se quejaba de todo lo que le sucedía. Siempre creía que las cosas eran graves y se pasaba el día lamentándose por cualquier cosa.

Además, era conocido como el chivato del colegio, ya que siempre contaba a los profesores cuando sus compañeros hacían algo malo. Un día, mientras Lucas estaba en clase, la maestra les habló sobre la importancia de ser amables y comprensivos con los demás.

Les dijo que todos tenemos problemas y preocupaciones, pero eso no significa que debamos hacer sentir mal a los demás con nuestras quejas constantes. Lucas escuchó atentamente las palabras de su maestra y decidió intentar cambiar su actitud.

Quería ser más bueno con sus compañeros y aprender a ver las cosas desde otra perspectiva. Al día siguiente, durante el recreo, Lucas vio a Martín llorando en un rincón del patio. Se acercó rápidamente para preguntarle qué le pasaba.

"¿Qué te ocurre, Martín? ¿Por qué estás llorando?"Martín le explicó que había perdido su pelota favorita y estaba muy triste porque no sabía cómo encontrarla.

En lugar de decirle a la maestra lo ocurrido como solía hacer antes, Lucas decidió ayudar a Martín en lugar de molestarlo aún más. "No te preocupes, Martín", dijo Lucas con una sonrisa comprensiva. "Vamos a buscar tu pelota juntos".

Los dos niños comenzaron a buscar por todos lados: bajo los arbustos, detrás del columpio e incluso dentro del salón de clases. Pasaron mucho tiempo buscando, pero la pelota no aparecía por ningún lado.

Lucas comenzó a sentirse frustrado y estaba a punto de rendirse cuando vio algo brillante en el techo del salón. Era la pelota de Martín, que había quedado atrapada allí después de un lanzamiento fallido. Con mucha habilidad y valentía, Lucas trepó por una silla y alcanzó la pelota.

La bajó cuidadosamente y se la entregó a Martín, quien estaba emocionado y agradecido. "¡Gracias, Lucas! No sé qué haría sin ti", exclamó Martín con alegría. Lucas sonrió orgulloso de sí mismo.

Había aprendido que ser amable y ayudar a los demás era mucho más gratificante que simplemente quejarse todo el tiempo o chivarse de sus compañeros. A partir de ese día, Lucas decidió cambiar su actitud. Dejó de quejarse por cosas pequeñas y aprendió a ver las situaciones desde otra perspectiva.

Se dio cuenta de que todos tenemos problemas y preocupaciones, pero eso no significa que tengamos que hacer sentir mal a los demás con nuestras palabras o acciones. Desde entonces, Lucas se convirtió en un niño más bondadoso y comprensivo.

Ayudaba a sus compañeros cuando lo necesitaban y siempre trataba de ver el lado positivo de las cosas. Su cambio fue tan inspirador para sus amigos que poco a poco todos comenzaron a ser más amables entre ellos.

Y así fue como Lucas descubrió la importancia de ser bueno con los demás: no solo hacemos felices a quienes nos rodean, sino también encontramos nuestra propia felicidad en el proceso.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!