Lucas y el Primer Día de Escuela



Era un día soleado cuando Lucas se despertó muy ansioso.

-Los nervios me hacen cosquillas en la panza -se dijo mientras se miraba en el espejo.

Sabía que era su primer día de escuela y, aunque tenía muchas ganas de conocer a sus nuevos compañeros, el miedo lo invadía. Después de desayunar, se puso su mejor ropa y salió de casa, acompañado por su mamá.

-Apenas llegues, acordate que todos están un poco nerviosos, como vos -le dijo ella, tratando de calmarlo.

Lucas asintió sin estar seguro. Al llegar a la puerta de la escuela, vio a otros niños que, al igual que él, parecían un poco incómodos.

Mientras caminaba por el pasillo, estuvo a punto de dar media vuelta y regresar a casa, pero un grupo de chicos lo miró y lo saludó.

-Hola, yo soy Mateo -dijo uno con una gran sonrisa.

-Yo soy Lucas -respondió tímidamente.

-¿Te gustaría jugar con nosotros durante el recreo? -preguntó otro niño llamado Valentina.

Lucas se sintió aliviado y feliz.

-Sí, claro -dijo, sintiendo que su corazón latía un poco más tranquilo.

Durante la clase, Lucas se dio cuenta de que aprender juntos era muy divertido. Un momento inesperado llegó cuando, durante la hora de arte, la maestra hizo un juego en el que debían dibujar lo que más les asustaba.

Lucas pensó un momento y dibujó un monstruo con colmillos grandes. Cuando tuvo que mostrarlo a la clase, lo hizo con un poco de vergüenza.

-Mira, a mí también me da miedo -dijo Valentina, mostrando su dibujo de una tormenta con rayos.

-¡Y yo dibujo a los fantasmas! -agregó Mateo, levantando un dibujo de un fantasma con cara divertida.

Lucas se sintió muy identificado, e incluso comenzó a reírse.

-Este monstruo no es tan aterrador después de todo -dijo, y la clase estalló en risas.

Al finalizar el día, Lucas y sus nuevos amigos se sentaron juntos en el patio para charlar.

-Oye Lucas, ¿te asustó tu primer día de escuela? -preguntó Valentina.

-Pe-pequeño poco -respondió Lucas con una sonrisa.

Todos rieron.

-Pero me di cuenta de que aquí nadie es perfecto y que todos sentimos miedo a veces -agregó Lucas.

-Sí, y creo que ser amables ayuda a que todos nos sintamos mejor… -dijo Mateo.

A partir de ese momento, Lucas, Valentina y Mateo decidieron que, aunque el primer día había sido un poco aterrador, habían encontrado una manera de hacerse sentir bien unos a otros. Nadie quería que otro niño pasara por un mal rato.

En el recreo, empezaron a invitar a otros chicos a jugar, y juntos se llenaron de risas, aventuras y nuevas amistades. Todos los días, aprendieron que la bondad era el mejor antídoto contra el miedo.

Así, Lucas no solo hizo nuevos amigos, sino que también descubrió que la amabilidad y la amistad eran las mejores herramientas para enfrentar sus miedos. Al finalizar la semana, se sintió orgulloso de haber superado sus nervios.

-Cada uno de nosotros tiene algo que nos asusta, pero no estamos solos -dijo al grupo mientras jugaban al fútbol.

-Exacto, ¡y juntos podemos superar cualquier cosa! -exclamó Valentina.

Lucas sonrió, sabiendo que siempre tendría amigos a su lado para apoyarlo. Y así fue como su primer día se convirtió en una maravillosa aventura llena de lecciones sobre la empatía y la amistad.

Desde ese día, cada vez que alguien llegaba nuevo al colegio, Lucas era el primero en acercarse. Sabía lo que significaba sentir miedo y quería que todos se sintieran bienvenidos y queridos en su nueva escuela.

FIN.

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