Lucas y el Puente de Ayuda



En un pequeño pueblo llamado Villa Amistad, vivía un niño llamado Lucas. Era conocido en todo el lugar por su gran valentía y su fuerza impresionante. A pesar de su tamaño, Lucas siempre sonreía y tenía un corazón enorme lleno de bondad. A él le encantaba ayudar a los demás, ya sea cargando la compra de la señora Rosa o subiendo al árbol a traerle una manzana a su amigo Tomi.

Un día, mientras paseaba por el parque, Lucas escuchó a un grupo de niños hablando preocupados.

"¿Por qué están tan tristes?", preguntó Lucas.

"Nuestro juego favorito es el escondite, pero el río es muy profundo y no podemos cruzarlo para llegar a la otra orilla donde hay un lugar ideal para jugar", respondió Ana, la más pequeña del grupo.

Lucas pensó por un momento y tuvo una idea brillante.

"¡Puedo construir un puente para que puedan cruzar!", exclamó emocionado.

Al día siguiente, Lucas reunió a todos sus amigos y juntos comenzaron a recolectar maderas y ramas. Mientras trabajaban, Lucas les enseñó la importancia del trabajo en equipo.

"Si cada uno de nosotros trae algo, pronto tendremos todo lo que necesitamos", dijo Lucas mientras levantaba un tronco pesado.

Los niños comenzaron a colaborar, y en un abrir y cerrar de ojos, habían juntado suficientes materiales. Pero había un pequeño problema: el río era más ancho de lo que habían pensado.

"No sé si podamos hacerlo", dijo Juani, mirando con preocupación.

"No te preocupes, juntos lo lograremos. ¡Voy a asegurarme de que el puente sea fuerte!", aseguró Lucas.

Con su fuerza, Lucas comenzó a construir el puente, pero a medida que avanzaba, se dio cuenta de que necesitaba más ayuda. Así que decidió pedir a los adultos.

"¡Papá, mamá! Necesito ayuda para construir un puente para mis amigos. ¿Pueden venir?", llamó Lucas.

Los padres de Lucas, orgullosos de su iniciativa, se unieron al esfuerzo. Con ellos en la mezcla, el trabajo se hizo mucho más rápido y el puente comenzó a tomar forma. Finalmente, después de un par de días de trabajo arduo y cooperación, el puente estaba listo.

"¡Mirá! ¡Lo logramos!", gritó Lucas con alegría al ver el puente terminado.

Los niños estaban encantados.

"¡Gracias, Lucas! ¡Eres el mejor!", dijeron al unísono mientras corrían a cruzar el puente.

Pero en ese momento, algo inesperado sucedió. Un estruendo resonó en el aire. Los niños se dieron vuelta y vieron que parte de la montaña cercana comenzaba a desmoronarse. Un bloque de tierra grande estaba cayendo hacia el puente.

"¡Lucas, tenemos que hacer algo!", gritó Ana, asustada.

Sin pensarlo dos veces, Lucas corrió hacia el puente. Usó toda su fuerza para sujetar una de las vigas del puente que estaba a punto de caer.

"¡Agárrense bien! ¡No se suelten!", les gritó a los niños.

Con su valentía y fuerza, logró estabilizar el puente hasta que los pequeños pudieron cruzar.

"¡Ya están a salvo! ¡Sigan!", les indicó Lucas mientras sostenía el puente con todas sus fuerzas.

Finalmente, los niños lograron cruzar y Lucas se retiró justo a tiempo antes de que se cayera la última parte del puente. Exhausto pero feliz, Lucas se unió a sus amigos.

"¡Lo logramos, Lucas! Gracias por ser tan valiente", dijo Tomi, dándole una palmadita en la espalda.

"¡Sí, siempre es mejor trabajar juntos!" agregó Juani.

Desde ese día, el puente se convirtió en el lugar favorito de los niños de Villa Amistad para jugar. También aprendieron que, aunque Lucas era muy fuerte, la verdadera fuerza está en la bondad y en ayudar a los demás. Juntos podían superar cualquier desafío. Y así, Lucas no solo fue un héroe por su fuerza, sino también por el grandísimo corazón que siempre estuvo dispuesto a ayudar y a unir a todos en la comunidad.

Fin.

FIN.

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