Lucas y el Sapo Sorprendente



Un soleado día, Lucas decidió explorar el pequeño lago cerca de su casa. Con su red para atrapar insectos y su lupa, buscaba un sapo. Había escuchado cuentos sobre sapos que cantaban y deseaba encontrar uno.

Mientras caminaba, Lucas miraba al agua, soñando con la melodiosa croa del sapo. La curiosidad le guiaba y se acercaba cada vez más al lago.

De repente, escuchó un ruido extraño.

"¿Qué fue eso?", se preguntó Lucas, su corazón latía rápido.

Al acercarse, sus ojos se abrieron de par en par. En lugar del sapo, vio un enorme cocodrilo que descansaba sobre una roca del lago.

"¡Ay, un cocodrilo!", gritó Lucas.

"¡No, por favor, no me comas!" El miedo lo invadía, pero la curiosidad lo mantuvo en su lugar.

El cocodrilo, al escuchar los gritos de Lucas, levantó la cabeza y miró al chico con interés.

"¿Por qué gritas así, pequeño?", preguntó el cocodrilo en un tono amistoso.

"Te voy a comer si no te alejas de aquí", añadió con una voz burlona.

Lucas, confundido, sonrió un poco a pesar de su miedo.

"¡No me vas a comer! Solo buscaba un sapo que canta".

"¿Un sapo que canta?", preguntó el cocodrilo.

"Eso suena divertido, yo nunca he escuchado a un sapo cantar".

"Si me ayudas a encontrarlo, tal vez no te coma!", sugirió el cocodrilo en un tono juguetón.

Lucas, todavía algo titubeante, decidió confiar en el cocodrilo.

"Está bien, pero primero tienes que prometerme que no me harás nada".

"Prometido. Soy un cocodrilo amistoso, solo quiero un poco de diversión".

Y así, Lucas y su nuevo amigo empezaron a buscar al sapo. Juntos recorrieron las orillas del lago, revisando cada piedra, arbusto y remanso de agua. A medida que pasaba el tiempo, el miedo de Lucas se transformó en diversión. El cocodrilo le contaba chistes y ciertas historias sobre el lago, lo que hacía que la búsqueda fuera mucho más amena.

Después de un rato, se detuvieron bajo la sombra de un gran árbol.

"Quizás no hay sapos aquí", dijo Lucas, un poco decepcionado.

"No te desanimes, podríamos buscar en la otra orilla", sugirió el cocodrilo.

Mientras cruzaban el lago, Lucas empezó a notar algunas cosas que nunca había visto: pequeños pez que saltaban, patos nadando y hasta mariposas danzando en el aire. La aventura había sido emocionante, y Lucas se dio cuenta de que a veces, lo que no esperas puede convertirse en algo mucho mejor.

Finalmente, llegaron a la otra orilla y escucharon un suave croar. Lucas sonrió, y su corazón se llenó de alegría.

"¡Ahí está!" gritó.

Apareció un hermoso sapo, de piel verde brillante, que comenzaba a cantar su melodiosa canción.

"¡Qué hermoso!", exclamó Lucas. El cocodrilo aplaudió con sus patas, emocionado.

"¡Lo encontraste, amigo!".

Mientras el sapo seguía cantando, ambos disfrutaron de la música bajo el sol. Lucas, ahora sin miedo, se dio cuenta de que había creado un nuevo vínculo con el cocodrilo, quien había resultado ser un magnífico compañero de aventuras.

"Gracias, cocodrilo. Nunca pensé que un día asustándome pudiera encontrar a un gran amigo".

"Y yo nunca pensé que podría hacer un nuevo amigo como vos. ¡Lo que importa es disfrutar de las sorpresas!", respondió el cocodrilo.

Así, Lucas aprendió que a veces, lo desconocido puede traernos maravillosas sorpresas. Y aunque había ido en busca de un sapo, había encontrado mucho más: una amistad inesperada y una aventura que nunca olvidaría.

FIN.

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