Lucas y el sol de la amistad


Había una vez una persona muy especial llamada Lucas, a quien todos en el pueblo conocían como "el loco". Lucas era un joven lleno de energía y siempre estaba haciendo cosas divertidas.

Aunque algunas personas no lo entendían, él solo quería hacer del mundo un lugar más feliz. Un día soleado, mientras Lucas caminaba por el parque, vio a un anciano sentado en un banco.

El nono, como le decían cariñosamente los vecinos, era un hombre sabio y tranquilo que pasaba la mayor parte de su tiempo disfrutando del sol y observando la vida pasar.

Lucas se acercó al nono con una gran sonrisa en su rostro y dijo: "¡Hola! Soy Lucas, pero todos me llaman "el loco". ¿Y tú quién eres?"El nono miró a Lucas con curiosidad y respondió: "Mucho gusto, soy Antonio. Me dicen —"nono"  porque ya tengo muchos años encima".

Lucas se sentó junto a Antonio y comenzaron a conversar sobre la vida. Descubrieron que tenían muchas cosas en común: ambos amaban el sol, les gustaba jugar al aire libre y disfrutaban de las pequeñas cosas de la vida. En ese momento, una mariposa multicolor voló cerca de ellos.

Sin pensarlo dos veces, Lucas saltó del banco persiguiéndola mientras reía sin parar. El nono lo miraba asombrado pero también contagiado por la alegría de Lucas.

Después de un rato corriendo tras la mariposa, Lucas regresó al lado del nono agitado pero feliz. "¡Eso fue increíble!", exclamó. "¿Sabes qué, nono? Creo que el sol nos hace sentir más vivos". El nono sonrió y asintió con la cabeza. "Tienes toda la razón, Lucas.

El sol nos da energía y nos llena de alegría. Es un regalo maravilloso". Desde ese día, Lucas y el nono se convirtieron en grandes amigos.

Pasaban horas juntos disfrutando del sol, jugando en el parque o simplemente conversando sobre sus sueños y deseos. Un día, mientras caminaban por la playa, Lucas le preguntó al nono: "Nono, ¿alguna vez te has besado bajo el sol?"El nono se rió suavemente y respondió: "No puedo decir que lo haya hecho".

Lucas miró al nono con determinación y dijo: "¡Pues hoy es tu día de suerte! ¡Vamos a besar al sol!"Ambos rieron ante la idea loca pero emocionante de Lucas.

Caminaron hacia una colina cercana donde podían ver claramente el sol brillando en todo su esplendor. Lucas tomó las manos del nono con ternura y dijo: "Nono, quiero que cierres los ojos y sientas cómo los rayos del sol acarician tu rostro".

El nono hizo lo que le pidió Lucas mientras sentía una mezcla de emoción e incertidumbre. Entonces, sin previo aviso, Lucas plantó un besito en cada mejilla arrugada del nono mientras decía: "-¡Beso al sol!".

El nono abrió los ojos sorprendido pero pronto comenzó a reírse junto a Lucas. "-¡Qué ocurrencia, Lucas! ¡Nunca imaginé que besaría al sol!"Ese día, Lucas y el nono descubrieron que la verdadera amistad puede hacer cosas maravillosas. Aprendieron a aceptarse y a disfrutar de las locuras del otro.

Desde entonces, cada vez que veían el sol brillar en lo alto del cielo, recordaban su aventura y sonreían sabiendo que juntos habían creado un recuerdo especial.

Y así, Lucas y el nono siguieron viviendo sus vidas llenas de alegría y enseñándole al mundo que no hay nada más hermoso que compartir momentos mágicos con alguien especial.

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