Lucas y la bola mágica del amor


Había una vez un niño llamado Lucas, quien era muy envidioso y egoísta. Siempre quería ser el primero en todo y no le gustaba compartir sus cosas con los demás.

Lucas tenía una hermanita llamada Lola, a quien empujaba y no le prestaba sus juguetes. Un día, mientras Lucas estaba jugando en el parque con su pelota favorita, se encontró con un viejo sabio que había escuchado hablar de su comportamiento egoísta.

El sabio decidió darle una lección a Lucas para enseñarle sobre la importancia de compartir y ser amable con los demás. El viejo sabio se acercó a Lucas y le dijo: "Hola, joven amigo. Veo que tienes una hermosa pelota".

Lucas respondió con arrogancia: "Sí, es mi pelota y nadie más puede jugar con ella". El sabio sonrió y dijo: "¿Sabes qué? Tengo algo especial para ti".

Sacó de su bolsillo una caja mágica y la abrió lentamente frente a los ojos curiosos de Lucas. Dentro de la caja había un pequeño objeto brillante que parecía ser otra pelota. Pero esta era diferente; tenía colores vibrantes y emitía un brillo mágico. "Esta es la Pelota Mágica", dijo el sabio.

"Cuando juegas con ella, puedes experimentar cosas maravillosas". Lucas estaba emocionado por tener algo tan especial solo para él. Tomó la Pelota Mágica sin dudarlo e inmediatamente comenzó a jugar.

Pero algo extraño sucedió después de unos minutos: cuando Lucas intentaba atrapar la pelota, esta se movía rápidamente y evitaba ser alcanzada. Lucas se frustró y gritó: "¡Deja de moverte, pelota estúpida!".

El sabio se acercó a Lucas y le dijo: "La Pelota Mágica solo quiere jugar contigo si eres amable y compartes con los demás. Si tratas bien a los demás, ella será tu mejor amiga". Lucas comenzó a reflexionar sobre su comportamiento egoísta y cómo había tratado mal a su hermanita Lola.

Se dio cuenta de que no estaba siendo justo ni amable. Decidió darle una oportunidad a la Pelota Mágica para demostrar que podía cambiar. Se disculpó con el sabio por su actitud anterior y corrió hacia Lola, ofreciéndole compartir la Pelota Mágica.

Lola aceptó felizmente la oferta de su hermano mayor y juntos comenzaron a jugar con la Pelota Mágica. Lucas descubrió que cuando jugaba con Lola, era mucho más divertido que jugar solo.

A partir de ese día, Lucas aprendió el valor de compartir y ser amable con los demás. Comenzó a prestar sus juguetes sin dudarlo, dejando de lado su envidia egoísta. Con el tiempo, Lucas se convirtió en un niño generoso y considerado.

Aprendió que al compartir y ser amable, no solo hacía felices a los demás sino también a sí mismo.

Y así fue como gracias a la lección del viejo sabio y la magia de la Pelota Mágica, Lucas cambió para siempre su forma de ser. Ahora era un niño feliz que disfrutaba de la compañía y amistad de los demás.

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