Lucas y la lección de diversidad


Había una vez en un colegio de la Unión Europea, en España, donde todos los niños eran muy felices y se llevaban muy bien.

En este colegio, la directora siempre les recordaba lo importante que era tratarse con respeto y amabilidad. Un día llegó un niño nuevo a la escuela. Se llamaba Lucas y venía de otro país. Al principio, algunos niños no sabían cómo tratarlo porque era diferente a ellos.

Tenía costumbres distintas y hablaba con acento extranjero. - ¡Miren, ahí viene el niño nuevo! -dijo Martín señalando a Lucas. - No parece igual que nosotros... -comentó Laura con curiosidad.

Lucas notó que algunos niños lo miraban de manera extraña, pero él sonrió y se acercó a presentarse. - Hola, soy Lucas. ¿Puedo jugar con ustedes? -preguntó con entusiasmo. Los demás niños se miraron entre sí sin saber qué decir.

Fue entonces cuando Martina, una niña muy amable del salón, decidió dar el primer paso. - ¡Claro que sí! ¡Bienvenido, Lucas! ¿Qué te gusta hacer? A partir de ese momento, todos los niños empezaron a conocer a Lucas mejor.

Descubrieron que le gustaban las mismas cosas que a ellos: jugar fútbol en el recreo, compartir sus meriendas e intercambiar cromos después de clases. Con el tiempo, Lucas se convirtió en uno más del grupo y todos disfrutaban mucho su compañía.

La directora del colegio estaba muy contenta al ver cómo los niños habían demostrado ser comprensivos y solidarios con alguien que era diferente.

Un día, durante el taller sobre el buen trato que organizó la directora en la escuela, les preguntó a los alumnos qué habían aprendido de la llegada de Lucas al colegio. Todos levantaron la mano ansiosos por compartir sus reflexiones. - Aprendimos que no importa de dónde vengamos o cómo hablemos; lo importante es ser amables y respetuosos con todos -dijo Martina con seguridad.

- Exactamente -respondió la directora-. El buen trato consiste en tratar a los demás como nos gustaría ser tratados nosotros mismos.

Gracias a su apertura y bondad hacia Lucas, han demostrado ser personas maravillosas capaces de aceptar las diferencias como algo positivo. Desde ese día en adelante, en aquel colegio de la Unión Europea en España reinaba un ambiente lleno de respeto, empatía y amistad entre todos los alumnos.

Y todo gracias al ejemplo tan valioso que dieron al practicar el buen trato cada día.

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