Lucas y la lección ordenada



Había una vez un perro llamado Lucas, que vivía felizmente en una hermosa casa con su familia.

Pero había algo en lo que Lucas no era muy bueno: ¡recojer su cuarto! Siempre dejaba sus juguetes tirados por todos lados y su ropa desordenada en el piso. Un día, la mamá de Lucas decidió hablar seriamente con él sobre la importancia de mantener ordenado su cuarto.

Se sentaron juntos en el sofá y ella comenzó a explicarle:"Lucas, entiendo que jugar es divertido, pero también es importante aprender a ser responsable y cuidar nuestro espacio. Recojer tu cuarto te ayudará a encontrar tus juguetes más fácilmente y también nos hará sentir bien a todos".

Lucas escuchaba atentamente las palabras de su mamá, pero aún así no le gustaba mucho la idea de tener que recojer. Al día siguiente, mientras Lucas estaba jugando afuera, encontró un extraño objeto brillante en el jardín. Era una pequeña lámpara mágica.

Curioso por saber qué podría hacer esa lámpara, Lucas la tomó entre sus patitas y frotó fuertemente. De repente, apareció frente a él un genio amigable.

"¡Hola! Soy el genio de la lámpara y estoy aquí para concederte tres deseos", dijo sonriendo. Lucas se emocionó muchísimo y pensó rápidamente: "Mi primer deseo será... ¡no tener que recojer mi cuarto nunca más!". El genio asintió con una sonrisa y desapareció.

Cuando Lucas regresó a su casa, se sorprendió al ver que todo estaba limpio y ordenado. ¡Su cuarto estaba impecable! Sin embargo, algo no se sentía bien. "¿Qué pasó aquí?", preguntó Lucas confundido.

Su mamá entró en la habitación con una sonrisa y le explicó: "Lucas, el genio de la lámpara me concedió tu deseo de que no tuvieras que recojer más tu cuarto. Pero quiero que entiendas que aprender a ser responsable es parte importante de crecer y convertirte en un perro adulto".

Lucas reflexionó sobre las palabras de su mamá y se dio cuenta de que tener un cuarto ordenado era algo bueno para él y para todos los demás. Al día siguiente, Lucas decidió hacer algo diferente.

Comenzó a recojer sus juguetes después de jugar con ellos y doblaba su ropa antes de colocarla en el armario.

Al principio le costaba un poco, pero luego se dio cuenta de lo satisfactorio que era tener un lugar limpio y organizado donde poder relajarse. Poco a poco, Lucas fue adquiriendo el hábito de recojer su cuarto sin necesidad del genio mágico. Su mamá estaba muy orgullosa de él y también sus amigos cuando venían a visitarlo.

Desde aquel día, Lucas entendió la importancia del orden y la responsabilidad. Aprendió que aunque no siempre sea divertido recojer, es necesario para mantener un ambiente feliz y armonioso. Y así, Lucas vivió muchos años siendo un perro responsable, cuidando siempre su espacio personal.

Y cada vez que veía una lámpara mágica recordaba esa valiosa lección aprendida.

FIN.

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