Lucas y la Ley de la Infancia en Alegría
En un pequeño pueblo llamado Alegría, vivía un niño curioso y travieso llamado Lucas.
Un día, mientras caminaba por la plaza del pueblo, se encontró con el abuelo Tomás, un hombre sabio y amable que siempre tenía historias interesantes para contar. "Hola, abuelo Tomás", saludó Lucas con entusiasmo. "Hola, querido Lucas. ¿Cómo estás hoy?", respondió el abuelo con una sonrisa. "Muy bien, gracias. ¿Puedes contarme una historia hoy?", pidió Lucas emocionado.
El abuelo Tomás se sentó en un banco junto a Lucas y comenzó a relatarle la historia de la Ley de Infancia y Adolescencia. Hace mucho tiempo en Alegría, los niños no tenían protección ni derechos especiales.
Vivían en un mundo donde no todos eran tratados con justicia y equidad. Pero un día llegó al pueblo una hada mágica llamada Luna, quien trajo consigo la Ley de Infancia y Adolescencia.
Luna explicó a todos los habitantes del pueblo que esta ley estaba diseñada para proteger y cuidar a todos los niños y adolescentes, garantizando su educación, salud y bienestar. A partir de ese momento, cada niño tendría el derecho a ser escuchado, respetado y amado.
Lucas escuchaba atentamente la historia del abuelo Tomás e imaginaba cómo sería vivir en un lugar donde todos los niños fueran felices y seguros. "¿Y qué pasó después, abuelo?", preguntó Lucas ansioso por saber más.
"Bueno, desde ese día en Alegría se crearon espacios seguros para jugar, escuelas donde aprender era divertido y hospitales donde recibir atención médica cuando fuera necesario. Los adultos se comprometieron a proteger a los niños y asegurarse de que crecieran sanos y felices", continuó el abuelo Tomás.
Lucas sintió una mezcla de alegría e inspiración al escuchar cómo la Ley de Infancia y Adolescencia había transformado su comunidad en un lugar mejor para todos los niños. "Gracias por contarme esta historia tan hermosa, abuelo Tomás.
Ahora entiendo lo importante que es tener leyes que nos protejan", expresó Lucas con gratitud. "Siempre recuerda que tú también puedes hacer tu parte para cuidar a los demás y construir un mundo mejor", dijo el abuelo antes de despedirse.
Con el corazón lleno de nuevas ideas e ilusiones, Lucas regresó a casa pensando en cómo podía contribuir al bienestar de su comunidad siguiendo el ejemplo de la Ley de Infancia y Adolescencia.
Y así fue como en Alegría cada niño aprendió a valorar sus derechos gracias a esa ley mágica que les recordaba lo importante que eran para su familia y su sociedad.
FIN.