Lucas y la Magia de la Comparsa



Era un soleado día de primavera y Lucas, un niño curioso y lleno de energía, estaba en su casa viendo un programa sobre festivales en diferentes partes del mundo. De repente, descubrió la comparsa de gigantes y cabezudos que se celebraba en Pamplona, España. Fascinado por los coloridos trajes y la música alegre, decidió que tenía que ver ese espectáculo por sí mismo.

- ¡Mamá, quiero ir a Pamplona! -exclamó Lucas emocionado.

Su madre, que siempre apoyaba sus pasiones, le sonrió y le dijo:

- ¿Por qué no? Pero tendrá que ser una gran aventura. ¿Qué necesitas para preparar tu viaje?

Lucas, entusiasmado, comenzó a hacer una lista de todo lo que podría llevar: un sombrero para el sol, su flauta, y un cuaderno para anotar todo lo que descubriera. Con la ayuda de su madre, compró un pasaje, hizo una maleta y se fue a la estación de tren.

Cuando llegó a Pamplona, el bullicio y la emoción lo envolvieron. La plaza estaba llena de familias, risas, y el aroma de las tapas típicas que se servían en las terrazas. Lucas, con su cuaderno bajo el brazo, se acercó a un grupo de niños que estaban esperando ver a los gigantes.

- ¡Hola! -dijo Lucas. - ¿Están listos para ver a los gigantes y cabezudos?

- ¡Sí! -respondió Juani, una niña de su edad, sonriendo. - Cuentan que hay uno que es más alto que un árbol y otro que es un cabezudo que siempre lleva una broma.

Mientras conversaban, comenzaron a escucharse los tambores que marcaban el comienzo del desfile. De repente, de una esquina aparecieron los gigantes, bailando al ritmo de la música. Parecían cobrar vida, con sus grandes cabezas y muros de tela vibrante. Lucas no podía dejar de sonreír.

- ¡Mirá, mirá! -gritó un niño. - Ahí viene el gigante del sol.

Lucas, emocionado, se coló entre la multitud para estar más cerca. Estaba tan absorto en los movimientos de los gigantes que no se dio cuenta de que su cuaderno cayó de su mochila. Una señora mayor que estaba cerca lo recogió.

- Esto parece que te pertenece, querido. -dijo mientras le devolvía el cuaderno.

- ¡Gracias! -Lucas sonrió, pero se dio cuenta de que había perdido su lápiz.

- ¿Te gustaría que te ayudemos a buscarlo? -preguntó Juani.

- ¡Sí, sería genial! -respondió Lucas.

Los tres niños se pusieron a buscar el lápiz entre los pies de los gigantes y los cabezudos que pasaban. Pero había tanto movimiento que, después de algunos minutos, terminaron riéndose y perdiendo de vista el objetivo.

- ¡Es imposible! ¡No lo vamos a encontrar! -exclamó Juan, frustrado.

- No te rindas, siempre hay una solución. -dijo Lucas.

Pensando rápido, decidió buscar entre sus cosas un bolígrafo que tenía en su mochila, pero al abrirla, se dio cuenta de que no estaba.

- Oh no, ahora tampoco tengo bolígrafo. -se lamentó.

Justo en ese momento, la señora que le había devuelto el cuaderno apareció nuevamente.

- ¿Necesitás algo para escribir, querido? -preguntó, mientras le ofrecía un lápiz de colores.

- ¡Por supuesto! ¡Sería perfecto! -dijo Lucas con una gran sonrisa.

Con el lápiz en mano, decidió que no solo iba a anotar sobre el desfile, sino que también iba a dibujar a los gigantes y a compartir su experiencia con los que conociera en Pamplona.

Con sus nuevos amigos, disfrutó de un día lleno de risas, bailes y un sinfín de colores. A medida que el desfile llegaba a su fin, Lucas sintió que había aprendido algo importante:

- A veces, lo que parece una pérdida puede ser una oportunidad para encontrar algo mejor. -dijo Lucas, mirando a sus amigos.

Ya al anochecer, los fuegos artificiales brillaban en el cielo mientras todos aplaudían. Con su cuaderno lleno de dibujos y recuerdos, Lucas se despidió de sus nuevos amigos.

- Espero volver a verlos el próximo año para la fiesta. -les dijo.

Y así, regresó a casa con una gran sonrisa y una historia maravillosa que contar. La comparsa no solo lo había llenado de alegría, sino que también le había enseñado el valor de la amistad, la colaboración y la perseverancia.

Desde entonces, cada vez que veía una procesión o un desfile, lo recordaba como un día especial que marcó el inicio de muchas aventuras por venir.

FIN.

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