Lucas y las alas del valor
Había una vez un lobo llamado Lucas que vivía en un bosque encantador. A diferencia de los demás lobos, Lucas no era como los demás.
Mientras sus amigos corrían y cazaban, a él le encantaba observar las aves volando alto en el cielo. Un día, mientras Lucas estaba sentado bajo un árbol, mirando hacia arriba con ojos llenos de admiración, se encontró con una mariposa llamada Margarita.
Margarita era conocida por ser amable y siempre estar dispuesta a ayudar a los demás. Al ver a Lucas tan fascinado por las aves, decidió acercarse y preguntarle qué le pasaba. "Hola Lucas, veo que estás muy concentrado mirando al cielo.
¿Qué te tiene tan interesado?"- preguntó Margarita curiosa. Lucas levantó la mirada y sonrió. "Hola Margarita. Estoy enamorado del vuelo de las aves. Me gustaría poder volar como ellas algún día"- respondió con entusiasmo.
Margarita reflexionó unos segundos y luego dijo:"Sabes Lucas, aunque no puedas volar físicamente como las aves, puedes buscar otras maneras de experimentarlo". Lucas frunció el ceño sin entender lo que Margarita quería decir. "¿A qué te refieres?"- preguntó confundido. "Podrías intentar construir tus propias alas"- sugirió Margarita-.
"Tal vez no puedas volar alto en el cielo como las aves, pero podrías sentirte más cerca de ellas". Los ojos de Lucas se iluminaron ante la idea de construir sus propias alas.
Decidió poner manos a la obra y buscar materiales en el bosque para hacerlo. Durante días, Lucas recolectó hojas grandes y resistentes, ramas flexibles y plumas suaves que encontraba por el camino. Con paciencia y dedicación, construyó unas hermosas alas improvisadas.
Cuando finalmente terminó, estaba emocionado por probarlas. Se subió a lo alto de una colina y se preparó para saltar. "¡Aquí voy!"- exclamó Lucas mientras daba un salto al vacío.
Flapeando sus alas con todas sus fuerzas, Lucas sintió una ráfaga de viento en su cara. Por un breve momento, parecía que iba a volar como las aves. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que sus alas no eran suficientemente fuertes para mantenerlo en el aire.
Lucas cayó al suelo con un golpe suave pero decepcionado. "No funcionó"- murmuró desanimado mientras se quitaba las alas improvisadas. En ese momento apareció Margarita corriendo hacia él. "¿Estás bien? Vi todo desde lejos"- preguntó preocupada. Lucas sonrió tristemente. "No pude volar como quería".
Margarita se sentó junto a él y le acarició la cabeza. "Lucas, aunque tus alas no te permitieron volar físicamente, lograste algo mucho más importante: te diste cuenta de tu valentía y determinación". Lucas levantó la mirada sorprendido.
"¿Qué quieres decir?""Quiero decir que nunca dejaste de perseguir tu sueño de volar", explicó Margarita. "Aunque no hayas podido hacerlo literalmente, construir tus propias alas y saltar al vacío muestra cuánto deseabas volar".
Lucas reflexionó sobre las palabras de Margarita y sonrió. "Tienes razón, Margarita. Aunque no pueda volar como las aves, siempre podré soñar con ello". Desde ese día, Lucas se convirtió en el lobo más feliz del bosque.
Siempre llevaba consigo sus alas improvisadas como recordatorio de su valentía y determinación. Y aunque nunca pudo volar físicamente como las aves, Lucas siempre supo que en su corazón era un lobo capaz de alcanzar cualquier sueño que se propusiera.
Y así, la historia del lobo que quería volar por un día enseñó a todos los animales del bosque que no importa cuán imposible parezca un sueño, siempre vale la pena intentarlo.
FIN.