Lucas y las galletas mágicas



Había una vez un niño llamado Lucas que asistía a una guardería muy divertida. A Lucas le encantaban las galletas y siempre llevaba algunas en su lonchera para disfrutar durante el recreo.

Sin embargo, tenía un problema: no le gustaba compartir. Un día, Lucas decidió llevar sus galletas favoritas a la guardería. Cuando llegó el momento del recreo, todos los niños se reunieron en el patio para jugar juntos.

Sofía, la mejor amiga de Lucas, se acercó y le pidió si podía probar una galleta. Lucas frunció el ceño y respondió con mal humor: "¡No! Estas son mis galletas y no quiero compartirlas contigo".

Sofía se entristeció mucho por esta respuesta y decidió alejarse de él. Lucas continuó jugando solo mientras todos los demás niños disfrutaban de diferentes actividades. Pero pronto comenzó a sentirse aburrido sin tener a nadie con quien jugar.

Se dio cuenta de que había cometido un error al no compartir sus galletas con Sofía y deseaba arreglar las cosas. Se acercó a ella tímidamente y le dijo: "Sofía, lamento mucho haber sido egoísta y no querer compartir mis galletas contigo. Me gustaría pedirte disculpas".

Sofía miró a Lucas con cautela pero notó sinceridad en sus palabras. Decidió darle una oportunidad y aceptar su disculpa. "Está bien", dijo ella suavemente, "pero prométeme que aprenderás a compartir desde ahora".

Lucas asintió con la cabeza emocionado por haber recuperado a su amiga. Desde ese día, Lucas aprendió la importancia de compartir y cómo eso podía hacerlo sentir aún más feliz que comerse todas las galletas él solo.

Juntos, Lucas y Sofía comenzaron a jugar y divertirse como lo hacían antes. Compartieron juguetes, risas e historias emocionantes durante todo el tiempo que pasaban en la guardería. Y cada vez que tenían una merienda, siempre compartían sus alimentos con los demás niños.

Con el tiempo, otros niños también aprendieron la lección de compartir gracias al ejemplo de Lucas y Sofía. La guardería se convirtió en un lugar más armonioso y todos los niños disfrutaban de su tiempo juntos.

Lucas aprendió que ser egoísta no era divertido ni gratificante. Aprendió a valorar la amistad y descubrió que compartir no solo hacía felices a los demás, sino también a él mismo.

Y así, Lucas y Sofía vivieron muchas aventuras juntos en la guardería, recordando siempre la lección valiosa que habían aprendido: compartir es importante para mantener una buena relación con los demás y para disfrutar plenamente de cada momento juntos. Fin

FIN.

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