Lucas y los Constructores del Bosque
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque, una familia muy unida compuesta por padres amorosos y tres hijos: Martín, el mayor, Sofía, la del medio, y Lucas, el más pequeño.
Un día soleado de primavera, la familia decidió hacer un picnic en el bosque para disfrutar del aire fresco y la naturaleza. Mientras jugaban felices entre los árboles y las flores silvestres, Lucas se separó sin darse cuenta del resto de su familia.
Al percatarse de que su hermanito no estaba con ellos, Martín y Sofía entraron en pánico y comenzaron a buscarlo desesperadamente entre los árboles frondosos y los arbustos espinosos. Pasaron horas buscando a Lucas sin éxito.
La noche empezaba a caer sobre el bosque cuando unos constructores que estaban trabajando en la construcción de un castillo para el rey encontraron al pequeño niño perdido. Estaba asustado pero ileso.
Los constructores lo llevaron al campamento donde estaban alojados mientras continuaban con la construcción del majestuoso castillo real. Al ver a Lucas tan valiente a pesar de estar solo en el bosque durante tanto tiempo, decidieron cuidarlo hasta que pudieran encontrar a su familia.
"¿Cómo te llamas?", preguntó uno de los constructores con amabilidad. "Soy Lucas", respondió tímidamente el niño. "Tranquilo Lucas, vamos a cuidarte hasta que podamos reunirte con tu familia", aseguró otro constructor con una sonrisa reconfortante.
Mientras tanto, Martín y Sofía seguían buscando incansablemente a su hermanito menor por todo el bosque. Estaban exhaustos y temerosos de no poder encontrarlo antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, nunca perdieron la esperanza ni dejaron de buscarlo con determinación.
Por otro lado, en el campamento de construcción del castillo real, Lucas se había ganado el cariño y la admiración de todos los obreros por su valentía y buen corazón.
Lo trataban como si fuera parte de su propia familia mientras esperaban noticias sobre sus padres. Finalmente, después de varios días angustiantes, Martín y Sofía escucharon gritos emocionados provenientes del campamento cercano al castillo real.
Corrieron hacia allí lo más rápido que pudieron ¡Era Lucas! El reencuentro fue emotivo; lágrimas de felicidad brotaban por todas partes. "¡Lucas! ¡Hermanito querido!", exclamó Martín abrazándolo fuertemente. "¡Estábamos tan preocupados! ¡No sabes cuánto te extrañamos!", agregó Sofía entre sollozos.
"Gracias por cuidarme", dijo Lucas con una sonrisa radiante mirando tanto a sus hermanos como a los constructores quienes habían sido sus ángeles guardianes en aquel momento difícil.
La historia del pequeño Lucas perdido en el bosque pero encontrado gracias al noble corazón de unos constructores enseñó una valiosa lección a toda la comunidad: nunca perder la esperanza incluso en las situaciones más difíciles y siempre tender una mano amiga cuando alguien lo necesite.
Desde ese día en adelante, cada vez que veían el imponente castillo real brillar bajo el sol poniente recordaban la historia milagrosa del niño perdido que volvió sano y salvo gracias al amor incondicional que reinaba en sus corazones. Y así vivieron felices para siempre junto al pequeño gran héroe llamado Lucas.
FIN.