Lucas y su amigo peludo



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un orfanato llamado "El Refugio de los Sueños". Allí vivía un niño llamado Lucas, que desde muy pequeño había sido abandonado por sus padres. Lucas se pasaba los días imaginando una familia amorosa que lo abrazara, que lo llevase al parque y le contara historias antes de dormir. Pero su realidad era un poco más complicada.

En el orfanato, aunque había otros niños, no todos eran amables. Lucas era un niño tímido y prefería pasar tiempo en un rincón tranquilo del patio, donde solía jugar con un pequeño gatito que había encontrado. El gato tenía un pelaje suave y era de color gris, con grandes ojos verdes que parecían entenderlo. Lucas lo llamaba —"Nube" .

Una tarde, mientras jugaban juntos, Lucas le dijo a Nube: "Ojalá tuviéramos una vida diferente. Quiero una familia que me quiera y un hogar lleno de risas". Nube, que parecía comprenderlo, se acurrucó en su regazo y empezó a ronronear. Lucas sonrió al sentir que al menos tenía a alguien que lo querían, incluso si era solo un gato.

Un día, mientras paseaban por el patio, Lucas escuchó a las cuidadoras hablar sobre un evento especial al que asistirían: "La Feria de la Amistad". Era un lugar donde los niños podrían conocer a posibles familias adoptivas. Lucas sintió una chispa de esperanza encenderse en su corazón.

"Nube, ¿te imaginas que alguien nos vea y se enamore de nosotros?" preguntó Lucas con una sonrisa.

"Miau" , respondió Nube, como si dijera: 'Claro que sí'.

El día de la feria, los niños del orfanato se prepararon con entusiasmo. Todos querían lucir lo mejor posible, pero Lucas solo tenía una camisa un poco desgastada.

"No importa cómo me vea, lo importante es ser yo mismo", se dijo mientras acariciaba a Nube.

Cuando llegaron a la feria, todo era un torbellino de risas, juegos y colores. Lucas observó a otros niños jugando y disfrutando con sus familias. Se sintió un poco triste, pero decidió no rendirse. Además, Nube le daba fuerzas.

"Vamos, Nube, deberíamos divertirnos también", dijo Lucas, y juntos se adentraron en el bullicio del evento. Jugaron a juegos, comieron algodones de azúcar y rieron.

De repente, una joven mujer se acercó a Lucas. "Hola, pequeño, ¿cómo te llamas?"

"Soy Lucas y este es Nube", contestó con una sonrisa timida.

"¡Qué lindo gatito tienes! Me encanta. ¿Te gustaría jugar con nosotros?"

Lucas sintió un poco de miedo, pero al ver la calidez en la sonrisa de la mujer, decidió intentarlo. Pasaron la tarde juntos, y Lucas tuvo una sensación extraña, como si se sintiera un poco más en casa. La mujer le contó que era voluntaria en el orfanato y que había venido a conocer a los niños.

"Lucas, eres un niño muy especial. Tienes una luz que brilla en tu interior. Nunca dejes de soñar con tu familia", le dijo la mujer.

Lucas sintió que algo dentro de él se iluminaba. Esa noche, regresó al orfanato con el corazón palpitante. "Nube, tal vez haya esperanza para nosotros", le susurró mientras lo acariciaba.

Pasaron algunas semanas y la mujer regresó al orfanato una y otra vez, cada vez que podía, jugaba con los niños y les contaba historias. poco a poco, Lucas y ella construyeron un vínculo especial. Un día, mientras ambos jugaban, la mujer le dijo.

"Lucas, estoy pensando en adoptarte. Quiero que formes parte de mi familia."

Los ojos de Lucas se llenaron de lágrimas de alegría. "¿Yo? ¿De verdad?"

"Sí, pero Nube también viene con nosotros, ¡no podría separarlos!"

"Es el mejor día de mi vida, gracias, gracias!" exclamó Lucas saltando de felicidad.

Así, Lucas encontró lo que siempre había deseado: una familia que lo amaba y un hogar lleno de risas. Y, por supuesto, Nube siempre estaría a su lado. El orfanato que alguna vez fue su hogar se convirtió en un hermoso recuerdo, y Lucas aprendió que, aunque los caminos pueden ser difíciles, nunca hay que dejar de soñar.

El día de la adopción fue mágico, y Lucas siempre recordará cómo un pequeño gato de la calle le ayudó a encontrar su propia felicidad.

FIN.

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