Lucas y su viaje a las estrellas



Cada noche, mientras la luna y las estrellas iluminaban el cielo, un niño llamado Lucas soñaba con viajar al espacio. Desde su habitación, se sentaba junto a la ventana, con su pequeño telescopio, y se pasaba horas observando el brillante satélite natural que lo fascinaba tanto.

Una noche, mientras Lucas estaba muy concentrado mirando la luna, escuchó un suave susurro.

"¿Por qué me miras con tanto asombro, pequeño soñador?" - dijo una voz melodiosa.

Lucas parpadeó, sin poder creer lo que estaba escuchando. Era la luna, que parecía hablarle directamente.

"¿Eres tú, la luna?" - preguntó Lucas, con los ojos desorbitados.

"Sí, soy yo. Muchos me miran, pero pocos se atreven a soñar en grande. ¿Te gustaría conocerme más de cerca?" - respondió la luna con una sonrisa.

Lucas, emocionado, asintió con la cabeza. En un abrir y cerrar de ojos, su habitación se iluminó y, como por arte de magia, se encontró en una pequeña cápsula espacial.

"¿Estás listo, Lucas?" - preguntó la luna.

"¡Sí!" - exclamó Lucas, sintiendo que su corazón latía más fuerte que nunca.

La cápsula despegó hacia el cosmos. Lucas miraba por la ventana mientras la Tierra se alejaba, y las estrellas brillaban como diamantes en un vasto lienzo negro.

"¡Guau! ¡Es increíble!" - gritó Lucas con alegría.

"Recuerda, Lucas, el espacio está lleno de misterios. Quiero mostrarte dos cosas: los anillos de Saturno y la belleza de los cometas que pasan a gran velocidad." - indicó la luna.

Primero, visitaron Saturno. Lucas no podía creer lo que veía; sus anillos eran de colores vibrantes, y la vista era como de un sueño. Al verlos, Lucas se sintió como un explorador.

"¡Son hermosos! Las estrellas tienen que estar tan orgullosas de tenerte, Saturno." - comentó Lucas.

"Así es, amigo. Pero no te olvides de los desafíos que hay en el camino. Siempre habrá obstáculos, pero no hay que rendirse." - le enseñó la luna.

Siguiendo su trayecto, se encontraron con un cometa que surcaba el espacio.

"¡Mirá, un cometa!" - gritó Lucas.

"¿Ves cómo brilla? Cada cometa tiene su propio destino. A veces, pueden parecer solitarios, pero siempre tienen compañía en el camino de la vida.“ - agregó la luna con ternura.

Lucas reflexionó sobre las palabras de la luna. Sabía que, aunque el espacio era vasto, también era un lugar lleno de maravillas y aprendizajes.

Después de unas horas llenas de magia y aventuras, la luna le dijo:

"Es hora de que regreses a casa, Lucas. Recuerda siempre que los sueños son el primer paso para hacer cosas grandiosas. No dejes de soñar, y también, trabaja duramente para que esos sueños se hagan realidad."

Al instante, Lucas se encontró de vuelta en su habitación, junto a su telescopio. Miró por la ventana y vio la luna con una nueva perspectiva. Ella le guiñó un ojo, y Lucas sonrió, sabiendo que tenían un secreto juntos.

A partir de aquella noche, Lucas no solo observaba la luna. Sus sueños de viajar al espacio se transformaron en una meta. Se propuso aprender todo lo que pudiera sobre astronomía, empezó a leer libros y a asistir a charlas sobre el espacio. Hasta se unió a un grupo de jóvenes astrónomos en su escuela. Su vida empezó a llenarse de datos, estrellas y anhelos.

"Un día, viajaré más allá de nuestra Tierra, lo prometo" - repetía Lucas cada noche, mientras se asomaba por su ventana, esta vez con la certeza de que lo lograría.

Y así, Lucas supo que no había límites para sus sueños si trabajaba duro y nunca perdía la curiosidad sobre el universo y todos sus misterios. La luna lo había guiado, pero su voluntad sería la nave hacia su destino.

Desde entonces, cada vez que miraba al cielo, recordaba su increíble viaje y la lección que jamás olvidaría: siempre que sigas tus pasiones y trabajes para alcanzar tus metas, nunca dejarás de ser un verdadero viajero de las estrellas.

FIN.

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