Luces de Amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Sofía que desde muy pequeña había perdido la vista.

A pesar de su discapacidad, siempre había sido una niña alegre y curiosa, pero enfrentaba muchas dificultades al caminar por las calles y convivir con la sociedad. Sofía vivía con su abuela Rosa, quien la cuidaba con mucho amor y paciencia.

Todos los días, antes de salir a pasear por el pueblo, su abuela le enseñaba a reconocer los sonidos del entorno para poder orientarse mejor. Pero aún así, Sofía se tropezaba constantemente con obstáculos en el camino y algunas personas no tenían la paciencia suficiente para ayudarla.

Un día, mientras caminaba por la plaza del pueblo, Sofía escuchó una voz dulce que le preguntó: "¿Necesitas ayuda?". Sorprendida y emocionada al mismo tiempo, asintió con la cabeza.

La voz pertenecía a Martina, una niña de su edad que se acercó amablemente para ofrecerle su mano y guiarla por el lugar. "¡Hola! Soy Martina. ¿Cómo te llamas?" -dijo Martina con entusiasmo. "¡Hola! Soy Sofía. ¡Gracias por tu ayuda!" -respondió Sofía emocionada.

Martina se convirtió en la nueva amiga de Sofía y juntas empezaron a recorrer el pueblo.

Martina describía todo lo que veían: los colores de las flores en el parque, el olor a pan recién horneado en la panadería y hasta imitaba los sonidos de los pájaros para que Sofía pudiera disfrutarlos también.

Con el paso de los días, Martina ayudaba a Sofía a conocer mejor cada rincón del pueblo e incluso le enseñó un lenguaje especial utilizando cascabeles para marcar distintos lugares como la plaza o la biblioteca. Un día, mientras paseaban juntas cerca del río que cruzaba Villa Esperanza, escucharon unos gritos desesperados. Al acercarse más pudieron ver a un gatito atrapado en un árbol alto junto al río.

"¡Tenemos que ayudarlo!" -exclamó Martina preocupada. "Pero no podemos subir tan alto... " -dijo Sofía sintiéndose impotente. De repente recordó los cascabeles que llevaba consigo y tuvo una idea brillante.

Juntas idearon un plan: utilizarían los cascabeles como señal auditiva para guiar al gatito hasta bajar del árbol sano y salvo. Con paciencia y trabajo en equipo lograron rescatar al gatito entre risas y alegrías. Desde ese día, todos en Villa Esperanza admiraban la valentía y creatividad de las dos amigas inseparables.

Sofia aprendió que aunque las dificultades estén presentes siempre habrá alguien dispuesto a brindar apoyo incondicional; solo hace falta abrirse al mundo con valentia e ingenio para superar cualquier obstáculo.

Y así fue como Sofia demostró al mundo entero que ser diferente no es sinónimo de debilidad sino todo lo contrario; es sinónimo de fuerza interior capaz de iluminar cualquier oscuridad.

Desde entonces ella siguió explorando nuevos horizontes acompañada siempre por su gran amiga Martina haciendo del mundo un lugar más inclusivo donde todos sin importa sus diferencias puedan brillar juntos como estrellas en el cielo nocturno.

FIN.

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