Luci y el álbum de sueños



Era una tarde de sol radiante en la ciudad de Buenos Aires. Luci, una niña de 8 años con ojos brillantes y una sonrisa encantadora, se encontraba sentada en su habitación, rodeada de un mar de hojas y fotos recortadas de sus actores favoritos. Luci era hija única y, a menudo, se sentía un poco sola. No podía hacer amigos en la escuela, y su refugio era el mundo mágico del cine.

Mientras sus colegas jugaban en el patio, ella prefería zambullirse en historias fantásticas y emocionantes, donde las aventuras nunca terminaban. Con cada película, su amor por el séptimo arte crecía. Decidió crear un álbum de actores, recolectando fotos, biografías y las películas en las que habían actuado. Sin embargo, había algo que le preocupaba: sus calificaciones en la escuela.

Un día, su papá, un hombre estricto pero cariñoso, entró a su habitación con el rostro serio.

"Luci, tenemos que hablar. Las notas de la escuela están bajando. No puedo permitir que te distraigas con tantas películas. ¡Es momento de concentrarse!"

Luci sintió que su corazón se hundía. Para ella, las películas eran su pasatiempo favorito, su forma de soñar y aprender.

"¡Pero papá! Las películas son importantes para mí. Me enseñan sobre la vida, la amistad, y a veces hasta me hacen reír cuando me siento triste!"

El padre, firme como una roca, respondió:

"Lo entiendo, hija, pero tus estudios son primero. A partir de hoy, no vas a ver más películas hasta que mejores esas calificaciones."

Luci se sintió devastada. Sin su álbum de actores y el mundo de la pantalla grande, sentía que le quitaban una parte de su esencia. Sin embargo, no se iba a rendir tan fácilmente. Así que, con un soplo de determinación, dedicó horas a estudiar. Pero aunque se esforzaba, no podía evitar desear las aventuras brillantes que solo el cine le ofrecía.

Desesperada, decidió hacer un trato con su papá.

"Si saco buenas notas, ¿puedo ver una película a la semana?", preguntó, con ojos suplicantes.

Su padre, al ver su esfuerzo y la dedicación que estaba poniendo, aceptó, aunque no sin cierto escepticismo. Pero había un truco: tenía que lograr un promedio de 8.

Con esfuerzo, Luci empezó a estudiar de verdad. Se ayudó con libros de texto, videos educativos y hasta en algunas ocasiones, pidió ayuda en su clase online por la tarde. Con cada mejora en sus notas, su sonrisa se hacía más grande. Y cuando por fin logró ese 8 que tanto deseaba, corrió hacia su papá, llena de emoción.

"¡Papá! ¡Lo logré!"

El padre sonrió, orgulloso y sorprendido.

"Entonces, ¡felicitaciones, Luci! Un filme esta noche. ¿Cuál eliges?"

Esa noche, mientras veían su película, Luci tenía una idea brillante. Decidió incluir a su papá en su pasión. Al día siguiente, trajo algunas fotos de su álbum al comedor.

"Papá, ¿quieres ayudarme a completar mi álbum? Podría ser divertido!"

El padre miró las imágenes de las estrellas de cine y sonrió.

"Está bien, Luci. Pero solo si me explicas qué es lo que tanto te gusta de cada uno."

Luci, emocionada, pasó horas contando las historias detrás de cada actor. Y no solo se acercó a su padre, sino que al compartir su amor por el cine, también empezó a hacer nuevos amigos en su clase, quienes estaban interesados en conocer más sobre las películas. Juntos, comenzaron a hablar de sus films favoritos y a organizar jornadas de cine en el cine club de la escuela.

Finalmente, Luci comprendió que el cine no solo era una escapatoria, sino un puente que la unía a los demás. No solo había logrado elevar sus calificaciones, también había creado lazos con su padre y sus compañeros. Cuando su álbum estaba casi completo, decidió añadir una sección sobre sus nuevos amigos.

Un día, con el álbum en sus manos, Luci se acercó a su papá.

"Mirá, papá. En lugar de restar tiempo de las películas, ahora aprendí a compartirlo con el estudio y las amistades."

El padre sonrió con orgullo y amor.

"Te felicito, Luci. A veces, los mundos se conectan de maneras inesperadas."

Y así, cada semana, papá e hija compartían la magia del cine, en un nuevo mundo en el que Luci ya no se sentía sola. El álbum de sueños de Luci no solo contenía rostros de su apreciados actores, sino historias de más risas, aprendizajes y amistades que ella nunca imaginó que podría tener.

Y desde entonces, entendió que cada historia que veía en pantalla podría transformarse en una historia propia, sobre cómo hacer amigos, aprender y crecer juntos.

FIN.

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