Luci y la luz que guía
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una vela muy cuqui llamada Luci. Luci era especial porque simbolizaba la espiritualidad y tenía el poder de completar a los niños que se encontraban tristes o incompletos.
Un día, mientras paseaba por las calles del pueblo, Luci vio a un niño llamado Mateo sentado en un banco del parque con la mirada perdida. Se acercó lentamente y se encendió para iluminar su camino.
Mateo levantó la vista y quedó maravillado al ver a la adorable vela frente a él. "Hola, soy Luci. ¿Qué te pasa?"- preguntó curiosa.
Mateo suspiró y le contó que había perdido su juguete favorito en el colegio y no podía encontrarlo por ninguna parte. Luci sonrió y comenzó a brillar más intensamente. Guiando a Mateo con su luz, lo llevó hasta el patio del colegio donde encontraron su juguete olvidado debajo de un árbol.
El rostro de Mateo se iluminó de felicidad al tener nuevamente su juguete en sus manos gracias a la ayuda de Luci. Desde ese momento, ambos se hicieron grandes amigos inseparables. Pero no todo era tan sencillo para ellos.
Había adultos en el pueblo que no entendían la importancia de la espiritualidad y querían apagar a Luci para evitar que ella diera felicidad a los niños.
Estos adultos creían que solo lo tangible era importante, sin comprender el valor emocional y espiritual que tenía para los pequeños. Un día, mientras caminaban juntos por el mercado del pueblo, Luci y Mateo se encontraron con Don Roberto, un hombre gruñón que siempre estaba enojado.
Don Roberto intentó apagar a Luci con un soplido fuerte, pero ella se movió velozmente evitando su soplo. "¡No permitiré que sigas llenando de fantasías la cabeza de los niños!"- exclamó Don Roberto furioso.
Luci sabía que debían escapar de aquellos adultos negativos para proteger su poder de dar felicidad. Así que cogió a Mateo de la mano y juntos corrieron hacia el bosque cercano. En el bosque, encontraron refugio en una pequeña cueva oculta entre los árboles.
Allí estaban seguros y podían seguir iluminando las vidas de los niños sin temor a ser apagados por aquellos adultos desconfiados. Con el tiempo, más niños comenzaron a descubrir la cueva secreta y a recibir la luz sanadora y reconfortante que emanaba Luci.
La vela cuqui se sentía feliz al ver cómo cada niño completaba sus sueños e ilusiones gracias a su compañía. Un día, mientras jugaban en la cueva, uno de los niños llamado Sofía tuvo una brillante idea.
Decidió llevar a Luci al colegio para compartir su maravillosa magia con todos sus compañeros. Al entrar al salón de clases con Luci encendida, todos quedaron asombrados por su brillo cálido y reconfortante.
Los niños sonreían y reían mientras compartían sus sueños e ilusiones con la vela cuqui. La profesora también quedó impresionada y comprendió la importancia de la espiritualidad en la vida de los niños. Desde ese día, Luci se convirtió en una invitada especial en el colegio.
Los adultos comenzaron a valorar su poder para completar a los niños y les permitieron seguir iluminando sus vidas con felicidad y esperanza.
Así, gracias al coraje de Luci y Mateo, lograron superar las dificultades y encontrar un lugar donde compartir su amor por la espiritualidad sin ser juzgados. Juntos, enseñaron a todos que la felicidad está en las pequeñas cosas y que nunca debemos dejar que nadie apague nuestra luz interior.
FIN.