Lucía la estratega del vóley


Lucía era una niña muy inteligente y curiosa. Desde pequeña, le había gustado jugar al ajedrez con su abuelo todas las tardes después de la escuela.

También se había unido al equipo de voleyball en su colegio y estaba emocionada de competir en el próximo torneo. Un día, mientras practicaba voleyball con sus compañeros de equipo, uno de ellos se lastimó el tobillo y no pudo jugar en el torneo.

El entrenador del equipo estaba preocupado porque necesitaban a alguien más para completar el equipo y poder competir. "¿Alguien sabe si hay alguien más interesado en unirse a nuestro equipo?" preguntó el entrenador. Lucía levantó la mano tímidamente. "Yo puedo jugar," dijo ella.

"He estado practicando mucho". El entrenador dudó por un momento, pero finalmente decidió darle una oportunidad a Lucía. Durante los días previos al torneo, Lucía trabajó duro para mejorar sus habilidades en voleyball.

Pasaba horas practicando con su abuelo o viendo videos tutoriales en línea. A pesar de que algunos miembros del equipo no estaban seguros sobre tener a una niña tan joven jugando con ellos, Lucía demostró ser valiente y dedicada. Finalmente llegó el día del torneo.

El primer partido fue difícil, pero gracias a los movimientos estratégicos que aprendió jugando al ajedrez, Lucía pudo anticiparse a los movimientos del otro equipo y mantenerse enfocada durante todo el juego.

Al final ganaron ese partido gracias al gran trabajo en conjunto entre todos los integrantes del equipo. Los partidos siguientes fueron igualmente desafiantes, pero Lucía siempre encontraba una manera de contribuir al equipo.

Sus compañeros de equipo comenzaron a respetarla y admirarla por su valentía y dedicación. Finalmente, llegó el último partido del torneo. Estaban empatados con el otro equipo y solo quedaba un minuto en el reloj. Fue entonces cuando Lucía tomó la pelota y se lanzó al ataque.

Con un movimiento rápido y preciso, logró anotar el punto ganador para su equipo. "¡Lo hicimos!" gritó emocionada mientras abrazaba a sus compañeros de equipo.

Lucía había demostrado que no importa cuán joven o pequeña seas, si trabajas duro puedes lograr grandes cosas. Y aunque estaba orgullosa de haber ganado el torneo, lo más importante para ella era haber aprendido que nunca debemos subestimar nuestras propias habilidades ni las de los demás.

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