Lucía, la mariposa cantante
triste y desanimada. La mariposa, llamada Lucía, no podía volar ni bailar como solía hacerlo. Se sentía incompleta y pensaba que ya no era hermosa.
Lucía decidió esconderse en una cueva del bosque, lejos de la vista de los demás animales. Allí, pasaba sus días llorando y sintiéndose miserable. Pero un día, mientras estaba en su cueva, escuchó una voz suave y amigable. - ¡Hola! ¿Hay alguien ahí? -dijo la voz.
Lucía salió tímidamente de su escondite y vio a una pequeña mariquita llamada Lola parada frente a ella. - Hola... soy Lucía -respondió la mariposa con tristeza-. Mi ala se rompió y ahora no puedo volar ni bailar como antes.
Me siento muy triste. Lola se acercó a Lucía con una sonrisa cálida en su rostro. - Lo siento mucho por lo que te ha pasado, Lucía.
Pero déjame decirte algo: aunque tu ala esté rota, eso no significa que hayas perdido tu belleza ni tus habilidades especiales. Eres única y especial tal como eres. Lucía levantó la mirada hacia Lola, intrigada por sus palabras. - ¿A qué te refieres? -preguntó curiosa.
Lola explicó:- Cada uno de nosotros tiene algo especial que nos hace únicos. Tú puedes cantar hermosas melodías con tus alas multicoloridas incluso sin poder volar alto en el cielo. Tu voz puede alegrarnos a todos aquí en el bosque.
Lucía reflexionó sobre las palabras de Lola y comenzó a darse cuenta de que tenía razón. Aunque no pudiera volar, todavía podía cantar y alegrar a los demás con su hermosa voz.
Decidida a superar su tristeza, Lucía salió de la cueva y se paró en el borde del lago. Comenzó a cantar una melodía dulce y melancólica que resonaba en todo el bosque. Los animales se acercaron para escucharla y pronto todos estaban encantados por su música.
Incluso los pájaros empezaron a acompañarla con sus trinos, creando una sinfonía mágica que llenaba el aire. Lucía descubrió que aunque no pudiera volar como antes, podía seguir compartiendo su amor por la música con todos los habitantes del bosque.
Desde ese día, Lucía se convirtió en la cantante oficial del bosque. Todos esperaban ansiosos sus conciertos diarios al atardecer, donde ella les regalaba melodías llenas de alegría y esperanza.
La historia de Lucía inspiró a otros animales del bosque a aceptarse tal como eran, incluso si tenían alguna diferencia o limitación. Aprendieron que cada uno tenía algo especial para ofrecer al mundo y que juntos formaban un lugar único y maravilloso.
Así, gracias a la valentía y determinación de Lucía, el bosque se convirtió en un lugar más inclusivo y comprensivo. Y esa mariposa multicolorida demostró que no importa cuán rotas puedan parecer nuestras alas, siempre podemos encontrar una forma de brillar y hacer una diferencia en el mundo.
FIN.