Lucía y el gusano amigo


Había una vez una pequeña luciérnaga llamada Lucía que vivía en un campo lleno de flores y hierba alta.

A pesar de tener un brillo único y hermoso, Lucía se sentía muy sola porque no tenía amigos con quien jugar. Una noche, mientras volaba por el campo buscando a alguien con quien hablar, escuchó una voz débil que venía del suelo. Al acercarse, descubrió que era un gusano. "¿Estás bien?", preguntó Lucía preocupada. "Sí...

estoy bien", respondió el gusano. "Pero me he perdido y no puedo encontrar mi camino de regreso a casa". Lucia sintió empatía por el gusano y decidió ayudarlo a encontrar su hogar.

Juntos, volaron por todo el campo en busca del camino correcto. Después de mucho buscar, finalmente encontraron la casa del gusano. El gusano estaba muy agradecido con Lucía por haberlo ayudado y le preguntó si quería ser su amiga.

Lucia aceptó encantada la oferta del gusano y juntos comenzaron a explorar el campo en busca de más amigos. En su búsqueda conocieron a otros animales como las mariquitas, las abejas y los grillos.

Cada uno tenía algo especial que ofrecer y todos se convirtieron en buenos amigos de Lucía. Un día mientras jugaban juntos al escondite, llegó un viento fuerte que sopló todas las flores del campo dejándolo vacío e inhóspito. Los animales estaban tristes porque habían perdido sus hogares y comida.

Lucia recordó cómo había ayudado al gusano y decidió que era el momento de ayudar a sus amigos. Con su brillo, iluminó el campo para que pudieran encontrar comida y refugio.

Los animales se sintieron muy agradecidos con Lucía por haberlos ayudado en un momento tan difícil. Y así, Lucía se dio cuenta de que aunque había comenzado sola, ahora tenía muchos amigos gracias a su corazón amable y generoso.

Desde entonces, Lucía y sus amigos disfrutaron juntos del campo lleno de flores y nunca más se sintieron solos gracias a la amistad que habían encontrado entre ellos.

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