Lucía y el Lobo Amigo


Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de verdes prados, una Caperucita Verde llamada Lucía. A diferencia de la clásica Caperucita Roja, ella era traviesa y algo malvada.

Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con el Lobo Feroz. "¡Hola, Lobo! ¿Qué haces por aquí?" -preguntó curiosa Lucía. El lobo miró a Lucía con sus grandes ojos amables y respondió: "Estoy buscando flores para llevarle a tu abuelita". Lucía se sorprendió al escuchar esto.

Desde entonces había escuchado muchas historias sobre los lobos feroces que comían a las abuelitas. Pero este lobo parecía diferente.

"¿Sabes qué? Me gustaría conocer mejor a mi abuela", dijo Lucía con una sonrisa pícara en su rostro verde. El Lobo Feroz asintió y juntos caminaron hacia la casa de la abuelita de Lucía. Cuando llegaron, encontraron a la abuelita tejiendo en su mecedora. "¡Abuela! Tengo alguien especial que quiero presentarte", exclamó emocionada Lucía.

La abuelita levantó la vista y vio al lobo parado junto a su nieta. En lugar de asustarse, le brindó una gran sonrisa y se levantó para darle un cálido abrazo al Lobo Feroz.

"¡Querido amigo! ¡Cuánto tiempo sin verte!" -dijo la abuelita emocionada-. "Permíteme presentarte a mi querida nieta, Lucía". Lucía estaba sorprendida y confundida. Nunca había visto a su abuela tan feliz con un lobo antes.

"Abuela, ¿por qué no me contaste que eras amiga del Lobo Feroz?" -preguntó Lucía con curiosidad. La abuelita se sentó junto a su nieta y comenzó a contarle una historia muy especial. Hace mucho tiempo, cuando era joven como Lucía, también tuvo miedo de los lobos.

Pero un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con el Lobo Feroz herido. "En lugar de lastimarlo o tenerle miedo, decidí ayudarlo", explicó la abuelita. "Lo cuidé hasta que sanara y desde entonces nos hicimos grandes amigos".

Lucía quedó maravillada al escuchar esta historia. Comenzó a darse cuenta de que juzgar a alguien solo por su apariencia no era justo ni correcto. A partir de ese día, Lucía decidió cambiar su actitud malvada y traviesa.

Se convirtió en una Caperucita Verde amable y comprensiva. Aprendió a valorar la amistad y la importancia de dar segundas oportunidades. El Lobo Feroz se convirtió en el mejor amigo de Lucía y la abuelita.

Juntos compartieron aventuras en el bosque, reagarrando flores y disfrutando del canto de los pájaros. Y así termina nuestro cuento: con una lección valiosa sobre cómo superar nuestros prejuicios y aprender a valorar las verdaderas cualidades de las personas (¡y lobos! ) que nos rodean.

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