Lucía y el misterio del girasol mágico
Lucía era una niña curiosa y valiente que vivía en una pequeña casa cerca de un campo de girasoles. Todos los días, ella pasaba horas observando cómo estos hermosos girasoles seguían al sol con sus enormes cabezas amarillas.
Un día, mientras jugaba en el campo, escuchó una risa suave y misteriosa proveniente de uno de los girasoles. Al acercarse, descubrió un pequeño duende verde escondido entre las hojas.
-¡Hola, soy Filomeno, el guardián de los girasoles! -exclamó el duende sorprendiendo a Lucía. El duende le contó a Lucía que los girasoles eran en realidad plantas mágicas con un propósito especial. -¿Cuál es su propósito, Filomeno? -preguntó Lucía con curiosidad.
-Estos girasoles tienen el poder de traer alegría y energía a todos los que los rodean, pero solo si se cuidan con amor y se comparten con los demás -respondió el duende.
Desde ese día, Lucía se convirtió en la cuidadora especial de los girasoles, regándolos, protegiéndolos y compartiendo su belleza con todos los vecinos del pueblo. Con el tiempo, el campo de girasoles se convirtió en un lugar mágico donde la gente acudía para encontrar alegría y esperanza.
Un día, una terrible sequía azotó la región, y los cultivos se marchitaron, incluyendo el campo de girasoles. Entonces, Lucía recordó las palabras de Filomeno y decidió recolectar las semillas de los girasoles.
Con la ayuda de su comunidad, sembraron las semillas en diferentes lugares para llevar la alegría de los girasoles a todo el pueblo. Poco a poco, la alegría regresó a la región, y todos reconocieron el valor doble de los girasoles: su belleza y su capacidad para traer felicidad a los corazones de las personas.
Desde entonces, Lucía y los demás cuidaron con amor los girasoles, recordando siempre su propósito mágico y especial.
FIN.