Lucía y el Tesoro del Cosmos
Había una vez una niña llamada Lucía que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Estaba emocionada porque las vacaciones de verano habían llegado y tenía grandes planes para disfrutar al máximo.
Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, Lucía encontró un extraño objeto brillante en el suelo. Era redondo y metálico, algo que nunca había visto antes. Curiosa, decidió reagarrarlo y llevárselo a casa.
Al llegar a su habitación, Lucía examinó detenidamente el objeto y notó que tenía algunos botones en la parte superior. Sin pensarlo dos veces, presionó uno de ellos y ¡sorpresa! El objeto comenzó a emitir luces parpadeantes y un holograma apareció frente a ella.
"-¡Hola, soy Zara! -dijo el holograma-. Soy una extraterrestre amigable proveniente del planeta Zentauri. "Lucía quedó asombrada ante tal revelación. Nunca había conocido a alguien de otro planeta antes. "-¿De verdad eres un extraterrestre? ¡Es increíble!" exclamó Lucía emocionada.
Zara explicó que estaba explorando la Tierra cuando accidentalmente dejó caer su dispositivo de comunicación intergaláctico. Agradecida por haberlo encontrado, le ofreció a Lucía la oportunidad única de acompañarla en un viaje espacial por todo el universo.
Sin pensarlo dos veces, Lucía aceptó la oferta con entusiasmo. Juntas abordaron la nave espacial y despegaron hacia lo desconocido. Durante su viaje interestelar, Lucía aprendió sobre los diferentes planetas y sus características únicas.
Visitó un planeta cubierto de hielo, otro con montañas flotantes y hasta uno habitado por criaturas gigantes. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Lucía comenzó a extrañar su hogar. Extrañaba jugar con sus amigos en el parque y pasar tiempo con su familia.
Decidió hablar con Zara sobre sus sentimientos. "-Zara, ha sido increíble viajar contigo y descubrir cosas nuevas, pero también extraño mi vida en la Tierra", confesó Lucía. Zara entendió cómo se sentía Lucía y decidió llevarla de regreso a casa.
Juntas emprendieron el viaje de vuelta a Argentina. Cuando llegaron al pueblo de Lucía, Zara le dio un pequeño obsequio como recuerdo de su aventura espacial.
Agradecida por la experiencia única que había tenido, Lucía despidió a Zara con lágrimas en los ojos. A medida que pasaban los días, Lucía compartió su historia emocionante con todos sus amigos y familiares. Todos quedaron asombrados e inspirados por las aventuras que había vivido.
Lucía aprendió una valiosa lección durante su experiencia de ciencia ficción: aunque es genial explorar nuevos lugares y descubrir cosas nuevas, siempre hay algo especial en nuestro propio hogar y las personas que amamos.
Desde aquel día en adelante, cada vez que Lucía miraba al cielo estrellado por la noche, recordaba su viaje espacial y sonreía sabiendo lo afortunada que era por tener un lugar tan maravilloso para llamar hogar.
FIN.