Lucía y la búsqueda de la alegría perdida



- Lucía era una niña gruñona y chaparrita que siempre se quejaba de todo. La lluvia, el sol, la escuela, sus juguetes, ¡absolutamente de todo! No había nada que la hiciera feliz, y su mal genio alejaba a todos de su lado.

- Un día, la abuelita Clara le dijo: "Lucía, cariño, necesitas encontrar la cura a tu mal genio. Solo tú puedes hacerlo". Lucía frunció el ceño, pero algo en las palabras de su abuela resonó en su corazón.

- Decidió emprender un viaje en busca de la cura a su mal genio. Recorrió praderas, montañas y bosques, habló con animales sabios y con hadas milenarias, pero nada parecía funcionar.

- Entonces, un día, en lo profundo del bosque, conoció a la anciana Sabiduría, quien le dijo: "Querida Lucía, la clave para encontrar la cura a tu mal genio está en tu corazón. Debes aprender a ver la belleza en las cosas pequeñas y ser agradecida".

- Con el consejo en mente, Lucía comenzó a observar el mundo con nuevos ojos. Se maravilló con el brillo del sol, el canto de los pájaros y el abrazo cálido de su gato. Poco a poco, su corazón gruñón se llenó de alegría.

- Pero, en su camino de regreso a casa, se encontró con un gran desafío: un río crecido impedía su paso. Sin embargo, un niño pequeño, más chaparro que ella, le tendió la mano y juntos encontraron la forma de cruzar.

- Al llegar a su hogar, Lucía se dio cuenta de que su mal genio había desaparecido por completo. Había descubierto que la verdadera alegría reside en ser agradecido y en ayudar a los demás. Por fin, era feliz.

- Sin embargo, una noche oscura, un viento helado se llevó al niño que la ayudó en el río. Lucía se desesperó y su corazón se llenó de tristeza. Había perdido a su pequeño amigo. El dolor la invadió por completo, y su mal genio regresó más fuerte que antes. La tristeza la consumió.

- Desde entonces, Lucía aprendió que la vida podía ser injusta y cruel, pero también descubrió que su corazón era fuerte. Aunque sufriendo mucho dolor, recordó las lecciones de la anciana Sabiduría y decidió que, a pesar de todo, cultivaría la gratitud en su corazón y seguiría ayudando a los demás, manteniendo viva la alegría perdida en memoria de su pequeño amigo.

- Y así, Lucía se convirtió en un faro de luz para los demás, enseñándoles que, incluso en los momentos más oscuros, la gratitud y la bondad pueden hacer brillar la luz de la esperanza.

FIN.

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